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Efeméride: el primer reglamento del fútbol nació entre pintas y humo

Fue en un pub londinense, el mismo día en el que se constituyó la federación inglesa

La miniserie "Un juego de caballeros" revela cómo nació el fútbol
La miniserie "Un juego de caballeros" revela cómo nació el fútbolNetflixLa Razón

Casi frente por frente del Royal Opera House y a cinco minutos de paseo del British Museum, es decir, en todo el centro del viejo Londres victoriano, se encuentra la Freemason’s Arms Tavern. Sería uno de los aproximadamente cien mil pubs, bacalao rebozado con papas fritas (¿qué se creían que era el fish & chips?) y cerveza a dudosa temperatura, que hay en Covent Garden si no fuese porque allí se codificaron las primeras reglas del más popular de los deportes y se creó la Football Association, la federación inglesa que ha difundido el balompié por el mundo en los últimos 157 años. Once clubes fueron sus primeros apóstoles, como los discípulos fieles de Jesús tras la roja directa a Judas Iscariote.

Resulta sencillo imaginar a Ebenezer Cobb Morley, capitán del Barnes FC y elegido sobre la marcha secretario de la federación por su condición de jurista, en su despacho ordenando los apuntes tomados a vuelapluma de una reunión que duró toda la tarde y en la que las mejores ideas iban surgiendo a medida que los oradores trasegaban zumo de cebada y chupaban sus cigarros. Cuatro semanas más tarde, Morley tenía redactado un denominado «FA Minute Book» que no era sino un opúsculo en el que se desarrollaban las trece reglas básicas para discernir el «London Football», más refinado, del rudo «Rugby Football» que se había codificado en la década anterior.

El balompié de hoy sería apenas reconocible con una normativa que se asemeja mucho a lo que actualmente se conoce como fútbol australiano, el deporte que más masas mueve en la isla-continente oceánica y que se disputa sobre una enorme superficie oval con dos reglas directamente tomadas de aquellas «London Rules»: el poder anotar con sólo meter el balón entre los palos, sin límite de altura, y la obtención de un golpe franco agarrando el cuero con las manos en cualquier lugar del campo, siempre que éste no haya botado ni venga rodando.

El 9 de enero de 1864, en la pradera londinense de Battersea Park, se disputó el primer partido bajo el código de Morley, que capitaneó uno de los dos equipos de catorce jugadores, el Secretary XIV, frente al President XIV que comandaba Arthur Pember, primer «principal» de la Football Association. Diez de los once clubes reunidos en la Freemason’s Tavern estaban representados en las alineaciones, pues el Blackheath decidió abandonar la FA ante la negativa de los demás a permitir el hacking, la zancadilla por detrás que era la especialidad defensiva de sus jugadores. La escuadra presidencial ganó por 2-0, ambos goles marcados por Charles William Alcock, jugador del Forest que con el tiempo sería el creador de la FA Cup y el primer capitán de la selección de Inglaterra, a la que también representó en el juego del cricket.

Hubieron de pasar más de veinte años, hasta 1886, para que el nuevo deporte traspasase la frontera inglesa con la creación de la International Board, que incluía a las otras tres «Home Nations»: Escocia, Gales e Irlanda que, a partir de 1921, tras la independencia de la República de Eire, dejó su representación en manos de los condados unionistas de la provincia septentrional de Ulster.

En 1904, las asociaciones de clubes más o menos organizadas en Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Suiza, Suecia y Países Bajos se reunieron en París para fundar la FIFA, adscribirse al Comité Olímpico Internacional y escapar así de la tutela británica. Su primer presidente, Robert Guerin, se atrajo a galeses y escoceses con la promesa de dejarlos participar en los torneos internacionales y ahí arrancó la tradición futbolística de incluir en sus competiciones a territorios que no son estados: Islas Feroe, Hong Kong, Tahití, Gibraltar...

Por eso, FIFA reúne hoy a más países que la ONU (211) y es una gran compañía multinacional con alrededor de 305.000 sucursales (clubes) repartidas literalmente por las cuatro esquinas del planeta.