Messi, Curro Romero no hay más que uno

Dejó dicho Pepe Luis Vázquez, igual que antes y después muchos otros, que un torero nunca se retira: lo retiran los toros. Hablaba con verdad, por algo era «El niño sabio de San Bernardo», con la excepción de Curro Romero, un Faraón que hizo su santa voluntad, como corresponde a los faraones, y que se fue cuando le dio la gana, esto es, a punto de cumplir los 67 años y tras haber lidiado a un novillo en un festival celebrado en una plaza de carros. Lionel Andrés Messi Cuccittini, que es al fútbol lo que los grandes maestros son a la tauromaquia, querría prolongar su carrera hasta una edad provecta. Pero resulta que no se llama Francisco Romero López, así que el Barcelona debe ayudarlo a dignificar su adiós.

El número diez del Barça, 33 años, tiene capacidad para jugar muy bien durante seis o siete temporadas más, si lo siguen respetando las lesiones. Para lo que ya no tiene capacidad, por desgracia, es para estar a la altura de Leo Messi, ese genio que decidía títulos con un talento jamás igualado temporada sí y temporada también. Por respeto al mito y por no manchar la más fabulosa epopeya futbolística del siglo XXI, el club debe forzar la separación para que la Corporación Messi siga facturando cantidades astronómicas sin retrasar (más) la imperiosa reconstrucción del plantel azulgrana. Di Stéfano fue a retirarse en el Espanyol, Cruyff pegó un picotazo en el Levante, Pelé hizo las américas en el Cosmos e incluso Maradona arañó contratos de lance en el Sevilla o el Newell’s Old Boys para engordar la billetera.

Seamos claros: Messi no puede compartir portadas con dos adolescentes como Pedri o Ansu Fati ni es de recibo que, como ocurrió en Turín el miércoles, que el tarambana de Dembélé le robe el protagonismo. Es el Rey Sol, por el amor de Dios, no permitan que sus escuderos luzcan armaduras más brillantes.