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Vuelta a España

Vuelta a España. Se busca un sustituto para Alejandro Valverde

La carrera ha terminado sin españoles en el podio por segunda vez en cuatro años. Irrumpe una nueva generación, pero España sigue dependiendo de un ciclista de 40 años

Roglic, Carapaz y Enric Mas, antes de la salida de la última etapa de la Vuelta
Roglic, Carapaz y Enric Mas, antes de la salida de la última etapa de la VueltaKiko HuescaAgencia EFE

El ciclismo se regenera con jóvenes talentos que arrasan en las grandes vueltas y en las clásicas. Ciclistas que superan por poco lo 20, como Evenepoel, Pogacar y Bernal. O algo más veteranos, como Van Aert y Van der Poel, pero con poco recorrido en el terreno profesional en ruta. Roglic es mayor, ha cumplido los 31, pero está poco gastado. Hace diez años ni siquiera se dedicaba al ciclismo.

Y mientras el mundo cambia, España sigue pendiente de Valverde y esperando a Enric Mas. Ellos dos son los únicos ciclistas españoles en activo que han subido al podio de la Vuelta. Alejandro ha subido al podio en todas las grandes. Además de él, en el Giro sólo lo ha conseguido Mikel Landa de los que continúan en activo y en el Tour, Valverde se queda solo.

Alejandro ya ha cumplido los 40 y este año, por segunda vez en su carrera, termina la temporada sin victorias. El otro curso que acabó sin triunfos fue el de su estreno como profesional en el lejano 2002.

“Espero que el año que viene sea mejor en todo y para todos. Que no haya ganado nada es igual de extraño que el año, pero estoy contento”, aseguraba Alejandro después de finalizar la Vuelta. Más preocupado por conocer a su hija, que ha nacido en plena Vuelta, que por planificar la próxima temporada.

El confinamiento, quizás, no ha ayudado a los veteranos como él. Valverde siempre se ha caracterizado por ponerse en forma muy rápido, pero nunca antes había tenido 40 años. Lo ha dado todo y los triunfos que vengan serán un añadido a una carrera excepcional, pero sigue siendo la bandera del ciclismo español, la referencia ante la falta de ciclistas que ocupen el lugar de su generación. El último superviviente de una especie en extinción.

A Alejandro, ¿qué más le vamos a pedir? Lo más que se le puede pedir es dejarnos clonarlo. Es lo único que le pedimos, no le podemos pedir más. Yo creo que Enric Mas está ahí, hay que dejarle que se cuaje; Mikel Landa es otro corredor importante y que ya va asumiendo lo que siempre había pedido, el liderazgo; Marc Soler, un corredor con ese desparpajo a mí me gusta mucho. No hay que ser catastrofista. Si todos los años queremos ganar la Copa del Mundo de fútbol y cada año que no la ganamos es un fracaso... pero creo que ése no es el análisis que hay que hacer”, explica Javier Guillén, el director de la Vuelta.

Pero Landa, Soler y, sobre todo, Enric Mas, no acaban de dar ese paso para pelear por los grandes triunfos. “No lo da porque sus rivales son tan buenos, por lo menos, como él”, dice Guillén de Enric. “Otros países no tienen ni siquiera la oportunidad de decir a quién tienen. Es importante seguir en la batalla, en la pomada. Yo creo que el ciclismo que viene es tan abierto que hasta los nuestros van a tener opciones de ganar”, añade.

“Salimos con la idea de buscar el podio, pero es cierto que ha habido cuatro corredores más regulares que Enric Mas, que merecen estar por delante. Me queda un buen sabor de boca con él: además de su maillot de mejor joven, ha cubierto dos grandes vueltas consecutivas, a sus 25 años, con gran resultados en ambas, y se ha confirmado como una opción de futuro para las grandes vueltas”, asegura Eusebio Unzué de Mas. El balear ha sido quinto en el Tour y en la Vuelta, pero ahora parece difícil que rompa esa barrera que le impide ser favorito para el triunfo en las grandes Vueltas.

“Aunque me sentía bien, no tenía esa frescura con la que suelo llegar a las terceras semanas; quizás arrastraba algo de ‘resaca’ y desgaste del Tour”, explica Mas.

Algo falla si España no es capaz de situar a ningún corredor en el podio de la Vuelta. Una rareza que sólo ha sucedido en siete ocasiones en las 75 ediciones de la carrera, pero que amenaza con convertirse en tendencia. Es la segunda vez que sucede en los últimos cuatro años, la tercera en los últimos diez. El último año sin españoles en el podio fue 2017. Ganó Froome y lo acompañaron en Nibali, segundo, y Zakarin, tercero. Aquel fue el último año de Contador como ciclista en activo. En 2011 tampoco hubo españoles, aunque Juanjo Cobo recibió el premio en Cibeles como ganador. En 2019 fue descalificado.

El “fracaso” del ciclismo español es un síntoma de la globalización del deporte y del éxito de la carrera como evento, capaz de atraer a varios de los mejores ciclistas del mundo. Froome, en su momento, o Nibali. Y ahora, Roglic. Los tres ganaron su primera grande en España.

El otro éxito de la Vuelta es el de la organización. Capaz de atravesar un país medio confinado y de llegar a Madrid sin sufrir bajas. Ningún positivo por Covid-19 en el pelotón. La búrbuja ha funcionado y ha sido aplaudida por corredores y equipos. No está todo perdido en el ciclismo español.