Ricky Rubio está en la cuenta atrás para afrontar la que será su décima temporada en la NBA. A mediados de agosto finalizó la temporada para los Suns en la burbuja de Disney. Desde entonces está en Alella, a 20 kilómetros de Barcelona, con su pareja, Sara Colomé, y su hijo Liam. “Ya tiene diez meses y está haciendo la siesta que es un momento de gloria. Por las noches se despierta casi siempre un par de veces y eso cuesta, pero estoy disfrutando mucho”, asegura en conversación telefónica. Embajador de h&s y de su campaña #Quitatelodelacabeza, Ricky reflexiona sobre la paternidad, el coronavirus, la segunda oleada, Phoenix, la Ricky Rubio Foundation...
-¿Se puede comparar ser padre con algún título?
-No, no tiene nada que ver. Lograr éxitos es verdad que también te llena por dentro, pero esto es algo diferente que sólo lo puede saber la gente que ha tenido hijos. Es un trabajo que cuesta lo suyo, un trabajo de equipo en el que hay que coordinarse bien para que el pequeño monstruo evolucione y se porte bien, pero cuando lo ves dormidito tienes una serie de sensaciones que son insuperables. El hecho de cuando está cansado ponerle a dormir y ver cómo se duerme... es un momento mágico. Estoy deseando que llegue la hora en que me diga cuentame un cuento.
-¿Cómo explicará a Liam lo que significa para usted el baloncesto?
-Es una pasión, una ilusión que llevo dentro y que supone mucho sacrificio. Es la canalización de muchas cosas. Espero que él tenga la misma pasión por algo en la vida, no tiene porqué ser por el baloncesto, pasión por algo en general. A mi me gusta el deporte en general porque tiene muchos valores y esos valores es más fácil apreciarlos y trasladarlos cuando disfrutas del juego. El baloncesto me ha enseñado eso: si disfrutas puedes hacer que los demás disfruten.
-LeBron James hablaba de la burbuja en Disney como el momento más duro a nivel mental de su vida deportiva. ¿Cómo lo vivió?
-Fue difícil porque me separé de un niño que entonces tenía cinco meses y pasé de estar 24 horas con él en el confinamiento a estar cero durante dos meses. Es duro. El baloncesto me gusta muchísimo, pero hay cosas más importantes. Fueron dos meses en los que empiezas con energía y dices venga vamos allá, pero con el paso con el tiempo eso va bajando y las ganas de volver con los tuyos aumentan cada día. No tuvo nada que ver con una concentración de la selección. Sí que estás en el mismo hotel con todos los equipos, pero las circunstancias exteriores no tenían nada que ver. Cada día teníamos que pasar un test y todo lo que estaba pasando fuera a todo el mundo. Era difícil estar centrado sólo en baloncesto. Temas sociales, de justicia, disturbios, políticos y no políticos... había una explosión de muchos sentimientos difíciles de asimilar.
-¿Usted llegó después de superar el coronavirus?
-Sí y cada uno lo vive como puede. No quiero ser un ejemplo para nadie porque tengo el privilegio de tener lo que tengo, de vivir donde vivo, de tener el dinero suficiente si no estoy trabajando para poder sobrevivir sin problemas. Cada uno tiene que encontrar sus propios motivos para luchar y para salir adelante. La gente debe encontrar razones para levantarse y para decir que a pesar de que nos está costando más que nunca y que estamos en una situación extraordinaria se puede salir adelante.
-¿Cómo vio España en su regreso a mediados de agosto?
-Es difícil. En todo este tema hay que aprender de los errores porque antes no sabíamos nada. Y espero que lo hayamos hecho. Los datos nos están diciendo que estamos algo más preparados que en la primera oleada. Y eso es algo lógico, pero también es verdad que estamos cometiendo muchos errores que no teníamos que cometer. Como sociedad se culpa a los jóvenes, se señala a estos o a los otros, pero es que ahora no es el momento de señalar ni de culpar a nadie. Es el momento de hacer un esfuerzo entre todos, de estar unidos y que cada uno dé lo máximo. Al principio podías ver a gente que no llevaba mascarilla y piensas lo voy a increpar, pero no se trata de eso. Hay que saber las circunstancias por las que pasa cada uno porque a lo mejor ese tenía ansiedad o problemas respiratorios. Hay que hacer las cosas lo mejor que se pueda. También se está juzgando mucho a los políticos porque estamos en un momento muy complicado, pero lo hay que hacer es unirse. Este tiene que ser un momento de unión, no de desunión que es lo que está pasando. Y esto algunos lo aprovechan para no sumar. Cada uno se mira su ombligo. Con que lo mío vaya bien ya me vale y no voy a hacer un esfuerzo para que mejore la situación del vecino. Hay que unir fuerzas para buscar soluciones y salir adelante. No se trata de evaluar, se trata de ayudar para superar una situación extraordinaria. Tenemos que estar unidos para ser más fuertes.
-¿Sigue trabajando con Raúl López antes de volver a Estados Unidos?
-No, se tuvo que ir a Bilbao. Estoy aquí trabajando con mi preparador físico y con gente de confianza porque no sabemos cuándo vamos a volver a empezar. Es una situación incómoda a nivel mental porque no sabes muy cómo planteártelo. Ahora he quedado con mi equipo en hacer tres semanas de trabajo intenso y una semana de vacaciones. Y el regreso ya veremos porque hay mucho en juego tanto en dinero, como en físico de los jugadores y en la salud de los aficionados. Como no soy el que tengo que decidir no voy a decir una fecha concreta porque no conozco todas las variables que se manejan.
-El proyecto de los Suns -tiene dos años más de contrato- apunta a un futuro interesante...
-Sí, hicimos una buena burbuja. Fue como una especie de segunda temporada dentro de mi primer año en Phoenix. Los jugadores jóvenes han evolucionado, han aprendido y tenemos a un jugador como Devin Booker que es buenísimo. Estoy a gusto.
-¿Tienen algo que ver Phoenix (Suns), Salt Lake City (Jazz) y Minneápolis (Timberwolves)?
-Son muy diferentes. Phoenix, al estar más cerca de México, tiene una gran comunidad latina y esi lo hace más cercano. No tiene nada que ver con Utah donde son mucho más conservadores, hay mucho mormón y Minnesota también es una ciudad con una mentalidad diferente.
-¿Cómo está el proyecto de la Ricky Rubio Foundation?
-Buscamos ayudar en el tema del cáncer que me ha tocado a mí personalmente -su madre Tona falleció en mayo de 2016- y eso hace que me sienta más involucrado y pueda entender y sentirme conectado con personas que lo padecen. Hay una rama que es ayudar a niños para su inclusión social. Que cada niño tenga su oportunidad. Un motor en la vida para no estar siempre en la calle y poder aprender. Y otra que ayuda a niños que padecen cáncer para que ellos y sus familias puedan pasar un momento tan difícil de la mejor forma posible. También está la Sala Javier Claver -en memoria del padre de su amigo y jugador del Barça Víctor Claver- en el Hospital Dexeus que busca ayudar a gente en un momento difícil. Cuando vas a hospitales es difícil estar en esas salas sabiendo que van a venir malas noticias y es algo que yo viví. Son pequeños detalles que ayudan.
Embajador de h&s
-Ahora además es embajador de h&s en la campaña #Quitatelodelacabeza...
-Sí y me gustó la campaña porque esa idea de quitarte lo malo de la cabeza, el tener la cabeza despejada es fundamental porque es lo más potente que tenemos. Los hombres a veces no tenemos mucho cuidado con el pelo, que si se nos cae, que si tenemos caspa... hay que quitarse las inseguridades para salir adelante. Me dejé hace 2-3 años el pelo largo y estoy muy a gusto con los cuidados que me hago a diario. Me lo lavo cuatro o cinco veces por semana para tenerlo sano y de momento no me lo pienso cortar.