Atlético de Madrid

LaLiga

Las claves de la jornada: el VAR de Koeman y la mala educación

El Clásico marcó el ritmo de una jornada en la que el Atlético sufrió para seguir líder

Ronald Koeman protesta al árbitro Gil Manzano durante el clásico contra el Real Madrid.
Ronald Koeman protesta al árbitro Gil Manzano durante el clásico contra el Real Madrid.JUANJO MARTÍNEFE

El Atlético de Madrid se agarra al liderato con la misma fuerza que un náufrago sujeta la tabla que evita que se ahogue. Se ha quedado sin margen de error, pero continúa mirando a sus rivales desde arriba, aunque su visión cada vez es más borrosa y las dudas ganan espacio a las certezas. De las pocas certezas que le quedan al Atlético es que Oblak siempre está cuando se le necesita. Y últimamente, el Atleti lo necesita más de lo habitual.

Todos los ojos de la jornada se fijaron en lo que sucedió entre el Real Madrid y el Barcelona en el césped del estadio Alfredo Di Stéfano. Todos menos lo de Ronald Koeman. El entrenador del Barcelona prefirió fijarse más en el VAR que en lo que sucedió alrededor de la pelota.

Koeman. Hay personas que se manejan por la vida opinando una cosa y su contraria y pensando que siempre tienen razón. No es fácil mantener la coherencia de ser siempre incoherente. En seis días, Ronald Koeman demostró que para él no es algo tan difícil. El lunes elogió el VAR, que no pitó un penalti a favor del Valladolid en el Camp Nou. “El VAR ha controlado la jugada y ha decidido no pitar”, argumentó entonces. El sábado defendió lo contrario: “No sé por qué hay VAR en España, sigo sin entender cómo funciona”. El VAR que tan bien funcionó para no pitar un penalti a favor del Valladolid pasó a ser un desastre por no señalar un penalti a favor del Barcelona y en contra del Real Madrid. Koeman no contempló esta vez la posibilidad de que el VAR hubiera controlado la jugada y decidiera no pitar. Pasó de ser un avance del fútbol moderno a un invento del demonio. Quizá todo es mucho más simple y Koeman solo elogia lo que le favorece y critica lo que, en su opinión, le perjudica, aunque no lleve razón. Y si no le gusta la respuesta de un periodista, abandona la entrevista y deja al reportero con la palabra en la boca. Pero eso no es problema del VAR, solo es cuestión de mala educación.

Real Madrid. En el fútbol, la confianza es casi tan importante como el juego. Todo está en la cabeza. Y en la cabeza del Real Madrid está luchar por ganar LaLiga, aunque sus piernas apenas tengan fuerzas para correr. En el Clásico contra el Barcelona sus goles llegaron antes que el juego y supo resistir cuando ya no tenía ni fútbol, ni goles, ni fuerzas.

Oblak. El Atlético ya juega sin red después de su empate contra el Betis. Es un equilibrista a punto de caer, con Oblak situado debajo y moviéndose de un lado para otro para evitar que se estampe contra el suelo. Cada partido del equipo que entrena Diego Simeone es un parte de guerra y un milagro de Oblak. En las últimas jornadas ha sumado más lesiones y sanciones que puntos, pero resiste en el liderato y lo hace gracias a su portero, el único que sigue rozando la excelencia en cada jornada. Allí donde no llegan las piernas ni las fuerzas de sus compañeros siempre aparecen las manos del esloveno.

Pacheta. El sufrimiento que viven los clubes cuando tratan de abandonar la Segunda B deber ser lo más parecido a viajar por el desierto sin agua o por la Antártida en bañador y chanclas. Solo quien lo ha vivido y lo ha sufrido sabe lo que cuesta salir vivo de ahí. Pacheta llevó al Elche desde Segunda B a LaLiga Santander en apenas tres temporadas y obtuvo como premio el despido. Le abrieron la puerta de salida en una decisión que pareció tan injusta como errónea se demostró después. El club argumentó que Pacheta “no entraba en los parámetros” que el propietario, Christian Bragarnik, quería para su proyecto. Su sustituto, Jorge Almirón, dimitió después de acumular 16 jornadas seguidas sin ganar. El viernes, el Elche y Pacheta, ahora técnico del Huesca, se volvieron a cruzar. Ganó Pacheta y el Elche cayó a puestos de descenso. Una victoria que ahora marca la diferencia entre la permanencia y la tragedia. Cuestión de puntos, más que de parámetros.

Getafe. El equipo que entrena José Bordalás parece empeñado en situarse cada vez más cerca del precipicio que conduce a LaLiga Smartbank. De los últimos 12 partidos solo ha sido capaz de ganar uno y ha perdido siete. Los seis goles marcados en estas 12 jornadas solo le han servido para sumar siete puntos. Un botín tan raquítico, como fina es la línea que le separa de los puestos de descenso. Un equipo construido para mirar hacia arriba ahora quizá sienta el vértigo de tener que mirar continuamente hacia abajo. Es el momento de comprobar si el carácter que siempre se le atribuyó a este entrenador y a sus jugadores les alcanza para compensar la falta de juego y de goles.