LaLiga
El Atlético ya acaricia el título
Carrasco y Correa marcaron, redujo distancias Zubeldia y los del Cholo sufrieron mucho al final. Pero aguantaron y dependen de sí mismos para ser campeones a falta de dos jornadas
Ahora que la Liga llega al momento decisivo parece que todo vuelve a encajar en el Atlético y que la primera parte que hizo en el Camp Nou no era un espejismo. En media hora había liquidado a la Real con un gol de Carrasco y otro de Correa y podía haber marcado alguno más.
Cuando le podían temblar las piernas el Atlético aparece más firme que nunca. Salió decidido a ganar el partido y la Liga. Ya que los rivales no parecen dispuestos a aprovechar sus errores, él sí parece preparado para aprovechar tropiezos como el del Barcelona ante el Levante. En lugar de entrar presionados al campo, los jugadores de Simeone entraron motivados, convencidos de que la Liga podía ser suya con un par de esfuerzos.
Los gritos de los aficionados que se concentraron en la explanada de entrada al estadio los ayudaban. Sus hinchas no estaban dentro del estadio, pero sus gargantas parecía que sí. El «Ole, ole, ole, Cholo Simeone» volvía a sonar en el Metropolitano.
Así parecía todo más sencillo. Luis Suárez pudo haber marcado dos antes de que llegara el primero de su equipo. Y Llorente, otro. Pero se precipitaron o se encontraron con Remiro. El Atlético encontró el camino con el gol de Carrasco. Era lo que le pedía Simeone para completar su crecimiento y el belga le ha escuchado. Como Correa, en el que siempre ha confiado y que aprovechó un pase de Luis Suárez para marcar el segundo. Sólo faltaba el gol del uruguayo, pero no estaba acertado en el remate el «9», que no marca desde el mes de marzo.
Pero como suele ocurrir, el Atlético dio un paso atrás con los dos goles de ventaja, aunque no fue fácil para la Real encontrar huecos en su defensa. La presión empezaba desde arriba y no era extraño ver a Zubimendi, su mediocentro, avan zar con el balón sin encontrar una salida clara porque el Atlético le cerraba todas las líneas de pase.
Y cuando conseguía encontrar el remate siempre aparecía Oblak. Le paró dos muy claras a Isak en la primera mitad. La primera, en un remate durísimo del sueco que despejó a córner. La segunda, en un remate esquinado que consiguió desviar lo justo para que rebotara en el poste antes de marcharse por la línea de fondo.
En la segunda parte fue Portu el que se desesperó cuando el esloveno desvió a córner un remate que había pegado en el suelo antes de llegar a sus manos. No tenía suerte la Real. Cuando encontró la manera de superar a Oblak, otro remate de Portu pegó en la parte interior del poste, que escupió la pelota en lugar de mandarla hacia dentro.
Pero siempre hay lugar para las dudas. La Real encontró el gol en un remate de Zaldua en el área pequeña a la salida de un córner. Nunca había perdido la fe el equipo de Imanol, que estaba dispuesto a hacer de recogepelotas si era necesario para ayudar a que su equipo empatara.
Las certezas del Atlético habían desaparecido y tampoco tenía ya a Luis Suárez para incordiar arriba. El uruguayo había sido la herramienta del Atlético para buscar el gol en el contraataque, pero no había estado acertado. Todo eran nervios de repente para despejar los balones que la Real trataba de arrimar al área.
El Atlético se ha acostumbrado a reducir la duración de sus partidos a la mitad. El resto es sufrimiento. Mientras desde fuera del estadio se colaban los gritos de «échale huevos, Atleti, échale huevos» los jugadores en el césped veían cómo los minutos se les hacían cada vez más largos.
El pitido final fue una liberación para ellos. Un estallido de felicidad reflejado en un grito liberador y en la celebración de Simeone camino de los vestuarios. En el exterior del estadio, los hinchas parecían prepararse para las Fallas. El ruido de las tracas lo inundaba todo.
El Atlético se siente feliz, más cerca de la Liga. Estira su ventaja hasta los cinco puntos con el Real Madrid y piensa en que el domingo puede ser campeón. Los rojiblancos ya tocan la Liga que parecía suya desde hace seis meses.
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