Ley Trans

Clamor tras el “escándalo Alana McLaughlin”: de soldado de élite norteamericano a noquear a mujeres en el ring

La luchadora trans debutó en la MMA venciendo a su rival, Celine Provost, por sumisión en tres minutos. Las acusaciones de intrusismo y cobardía no se ha hecho esperar.

Alana McLaughlin, tras ganar su combate ante Celine Provost
Alana McLaughlin, tras ganar su combate ante Celine ProvostTwitterLa Razon

El debate sobre la inclusión deportistas trans en competiciones femeninas sigue siendo un debate abierto de difícil solución. Si los pasados juegos Olímpicos y Paraolímpicos estuvieron rodeados de polémica por la participación de atletas transgéneros como la pesista Laurel Hubbard, la atleta italiana con discapacidad visual Valentina Petrillo o Rebeca Quinn -la jugadora o “jugadore” de la selección de Canada, que se convirtió en la primera deportista transgénero y no binaria en ganar la medalla de oro en unos Juegos Olímpicos-, el escándalo llega ahora del mundo de la lucha.

Alana McLaughlin se ha convertido en la segunda luchadora abiertamente transgénero que compite en MMA, disciplina en la que busca destacar y en la que comenzó con el pie derecho tras vencer a Celine Provost por sumisión en las preliminares de Combate Global en Miami, Florida el pasado 11 de septiembre. Noqueó a su rival en poco más de 3 minutos y las críticas no se han hecho esperar.

Y es que Alana McLaughlin tiene una historia muy singular. Antes de iniciar su transición, que comenzó en 2010, formaba parte del Ejercito norteamericano, participó en la misión en Afganistán y llegó a pertenecer al programa 18 XRAY de las Fuerzas Especiales, en el cual se incluyen procesos con pruebas físicas y psicológicas de gran dificultad.

Provost fue quien acabó con lo que ella ha definido como una “pesadilla”. No encontraba una luchadora que se atreviera a participar en el combate, previsiblemente por su condición de mujer transgénero. McLaughlin se llevó la victoria con un estrangulamiento por la espalda tras algo más de tres minutos. Y, con todas las cámaras delante, aprovechó la ocasión para reivindicar su condición. La estadounidense se puso una camiseta con el mensaje “end trans genocide”, “acabar con el genocidio trans” en español, que ha dado la vuelta al mundo.

Su polémica antecesora

Para la pelea ante Provost, McLaughlin aprobó todos los exámenes médicos, incluyendo un test hormonal, el cual es emitido por la Comisión de Boxeo del Estado de Florida. Se convierte así en la segunda luchadora transgénero de la MMA tras la controvertida Fallon Fox que durante su carrera (2012-2014) peleó seis veces en MMA. Fox provocó un gran escándalo tras romper el cráneo a su oponente a los cinco minutos de combate.

Las reacciones la debut de Alana no se han hecho esperar. Colectivos feministas, representantes del deporte femenino y luchadores de la competición masculina han estallado contra lo que consideran un claro caso de intrusismo, cobardía y juego sucio contra las mujeres.

El luchador Sean Strickland, no ha tardado en ridiculizar a la segunda luchadora abiertamente transgénero en MMA, Alana McLaughlin.

Tras el el polémico combate, afirmó que McLaughlin cambiando su nombre y llamándose a sí misma «una mujer» no lo hará creer que es biológicamente una mujer. Strickland llamó a McLaughlin un «cobarde» y criticó a la comisión atlética por permitir la pelea.

«Cambia tu nombre, llámate mujer … pero sigues siendo un maldito hombre, sal de la MMA femenina, cobarde”, afirmó el luchador de 30 años.

En España, desde la plataforma feminista “Contra el Borrado de las Mujeres” también ha denunciado lo que consideran un nuevo capítulo en el juego sucio contra las mujeres que permite la Ley Trans. “Al final las mujeres deberemos retirarnos del deporte de competición, que se queden ellos las medallas y los premios mal ganados y tramposos”, “Las deportistas deberían de negarse a participar con personas que no sean de su mismo sexo. En deportes individuales y de equipo” o “Eso en el colegio se llamaba un “abusón” en toda regla”, se puede leer en los numerosos comentarios que inundaron Twitter tras la denuncia de las feministas. Una vez más, el debate está servido.