Ryder Cup

Europa se pone en manos de Jon Rahm

La impresionante armada estadounidense y el público serán las bazas de los locales para quebrar la hegemonía continental en la Ryder Cup

Jon Rahm y Sergio García , durante una sesión de entrenamiento previa a la Ryder
Jon Rahm y Sergio García , durante una sesión de entrenamiento previa a la RyderMIKE SEGARREUTERS

La clasificación mundial de golf se sustenta en un enrevesado sistema matemático que nadie entiende del todo, pero que tampoco miente: refleja con precisión quiénes son, semana a semana, los jugadores más fiables en el último año. En la cúspide figura Jon Rahm, español de Barrika (Vizcaya) formado en la exigente NCAA, residente en Arizona, marido y padre de ciudadanas estadounidenses... y líder del equipo europeo que, del viernes al domingo, tratará de retener la Ryder Cup en el club Whistling Straits de Sheboygan (Wisconsin). ¿Dice, pues, el ranking que el equipo continental es el favorito en esta cuadragésima tercera edición de la justa trasatlántica? No; dice todo lo contrario.

La tan científica clasificación mundial de golf, en efecto, apiña detrás de Rahm a todo el equipo de Estados Unidos, huérfano del legendario Eldrick T. Woods –volveremos a hablar de Tiger–, pero municionado con una armada imponente, según el ranking: ocho miembros del «top ten», sólo faltan Rahm y el sudafricano Louis Oosthuizen (octavo), más los actuales 11º, 13º, 16º y 21º del mundo. No está mal para un equipo en el que la mitad de sus componentes debutan en la Ryder, si bien suman diecisiete triunfos en Majors frente a los siete que atesoran los europeos. En la nómina de campeones del Grand Slam, además, no figuran dos de los triunfadores del año que también figuran en la convocatoria local: el campeón olímpico Xander Schauffele y Patrick Cantlay, recientísimo verdugo de Rahm en la final del circuito PGA.

El palmarés de los golfistas es, por tanto, un factor de ventaja para los Estados Unidos, pero no el principal, ya que esta edición de 2021 –que recupera la tradicional frecuencia en los bienios impares rota por los atentados de Torres Gemelas: la pandemia sí ha favorecido alguna costumbre– se celebra en suelo americano, bajo los ojos de una hinchada de patriotismo desaforado que pesa lo suyo. «Contra el público de la Ryder, sencillamente, no puedes luchar», ha dicho en la víspera Rory McIllroy, que afronta su sexta edición y es el más laureado del equipo europeo.

Europa, así, debe explotar bien las bazas con las que cuenta para retener el título ganado hace tres años en el Golf National de París. La primera y más importante se llama Jon Rahm, un auténtico ogro en el circuito PGA que debutó en la Ryder, en la capital francesa, con una decisiva victoria sobre Tiger Woods en la jornada dominical, la de los individuales. Tras perder sus partidas por colleras del viernes y el sábado, el español llevó al delirio al público con un triunfo contra el mito viviente que, aunque nadie lo imaginaba entonces, estaba disputando sus últimos hoyos en la Ryder. La imagen del relevo generacional de aquella tarde en Versalles, de un dominador a otro del golf mundial, cobra fuerza a medida que crece la figura de Rahm y cunde la certeza de que Woods no volverá a la alta competición tras el grave accidente de tráfico sufrido en febrero.

La segunda piedra que debería sostener el éxito de Europa es la ventaja psicológica. En 2018, la derrota estadounidense no fue dolorosa por la apabullante diferencia de siete puntos, que ya es decir, sino porque durante toda la semana –y también en el avión de vuelta– el equipo capitaneado por Jim Furik vivió en un ambiente sulfuroso: celos, rivalidades y guerra de clanes que contrastan llamativamente con la camaradería que reina entre los europeos. La siguiente afirmación es indemostrable, pero seguro que el buen rollo entre los jugadores y el staff continentales ha resultado decisivo para que siete de las nueve copas Ryder dispensadas durante el siglo XXI se hayan quedado aquende el océano.

Claves

Recordman español. Sergio García, que disputará su décima edición –desde 1999, sólo faltó en 2010–, es el jugador que más puntos ha sumado para su equipo en toda la historia de la competición: 25,5.

Tres debutantes. Si la mitad de los estadounidenses, seis, debutan en la Ryder, el equipo europeo cuenta con la mitad de novatos: el irlandés Shane Lowry, el noruego Viktor Hovland y el austriaco Bernd Wiesberger.

Capitanes. Como marca la tradición desde finales del siglo XX, ambas capitanías recaen en un jugador aún en activo o recién retirado: Steve Stricker comanda a los locales y el irlandés Paddy Harrington lidera a Europa.