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Real Madrid-Osasuna (0-0): Freno al entusiasmo

El equipo de Ancelotti no encuentra los caminos al gol frente a un rival muy ordenado. Tuvo muy pocas oportunidades claras

Militao, con Rodrygo y Vinicius
Militao, con Rodrygo y ViniciusJose BretonAP

Osasuna frenó el entusiasmo del Real Madrid y pinchó algo la ilusión con la que llegó del Camp Nou, que se había inflado más con la derrota del Barcelona en Vallecas. Pero es que en este campeonato puede pasar de todo en cualquier partido. O porque los de abajo han mejorado y pelean sin complejos en cualquier campo o porque, y puede que esto pese más, los grandes han perdido fortaleza y les cuesta mantener la regularidad. Así que el Bernabéu se encontró con un equipo con la tensión baja durante la primera mitad y sin respuestas de ataque durante todo el encuentro. Acabó con Marcelo poniendo balones desde su esquina del área, el recurso de toda la vida para situaciones de emergencia, como fueron los últimos veinticinco minutos del choque. No sirvió. Osasuna jugó sin presión, porque ha ganado madurez y porque como le va bien se cree capaz de todo.

Sabía que tenía que tapar el entusiasmo de Vinicius para detener peligro del Madrid y con eso evitó la única vía que tuvieron los de Ancelotti durante la primera mitad. Balón al brasileño, ése es el plan del Real Madrid si ve que nada más funciona. El problema principal es que salto al campo sin la urgencia de ganar y poner tierra de por medio a los rivales. O si lo sintió sólo lo mostró Vinicius. Todo el ataque blanco era por la banda del brasileño, que encaraba y encaraba, porque es un ejemplo vital contra el desánimo. No importa si no le sale una o dos veces, él va a seguir hasta que no le queden más fuerzas. Contagia al Bernabéu con su optimismo y la grada siente el nerviosismo ese de antes de los momentos importantes...aunque tenga aún tres hombres por delante y marcharse sea lo más cercano una utopía. Hasta el final estuvo Vinicius, aun cansado: le dio un pase a Marcelo para ganar el partido, pero remató fuera.

Osasuna tuvo claro que había que taparse en el Bernabéu y lo hizo con cinco hombres atrás y tres en medio muy predispuestos a defender. Apenas visitó el área de Courtois, pero cuando lo hizo en la segunda mitad casi fue mortal. En una contra, Kike García mandó el balón al palo y el rebote dio en Carvajal y salió fuera como pudo haber ido dentro. Era su momento, la jugada que habían esperado desde que llegaron a Madrid. No salió, pues a defenderse.

Pasaron los primeros cuarenta y cinco minutos con Vinicius entregado a causas perdidas, casi sin compañía, llevándose un pisotón en el área que ni el árbitro ni el VAR quisieron volver ver y con el Madrid con la pelota y sin tener muy claro para qué la quería si no era para dársela al brasileño, en la banda izquierda.

Ancelotti cambió un futbolista por línea porque no se fiaba. A Camavinga se le ha apagado la estrella con la que llegó. Modric fue baja por sorpresa a lo largo del día y el francés acompañó sin ningún éxito a Casemiro y Kroos. Al descanso y con una amarilla, el italiano le quitó para sacar a Rodrygo y dar más velocidad al equipo y hacer más ancho el campo, que también se pudiese atacar por otro lado. Necesitaba el Madrid correr porque Osasuna no le daba ni un espacio y no era capaz de encontrarlos. En la banda derecha, el papel de Asensio era testimonial (y cuando se fue Camavinga pasó al centro del campo), mientras que Carvajal carecía de profundidad. No rompía el Madrid por las bandas y así no había manera de hacer daño, porque por el centro era chocarse contra un muro.

Con Rodrygo tenía más caminos para llegar al área y la necesidad, con el tiempo en contra era mayor. Aceleró un par de marchas, pero el entusiasmo no duró suficiente para hacer daño. Es verdad que le pusó el ánimo que antes no tenía y que Ancelotti quemó todas las naves con Hazard en el campo y jugando ya con cuatro delanteros.

Fue lo mismo. No hubo manera, porque Benzema no tuvo su día y es como si el Real Madrid fuese sin faros por la noche, perdido. Vini se agotó porque todo tienen un límiter y a Rodrygo le cogieron el truco tras un par de buenas carreras. Hazard no dejó rastro y el Madrid vio que este tren no lo cogía.