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El Real Madrid perdona primero y resiste después ante el Rayo (2-1)

Kroos adelantó al equipo de Ancelotti y lo salvó al final evitando el empate a dos. Benzema marcó el segundo y Falcao redujo distancias

El Real Madrid celebra uno de los goles que marcó al Rayo
El Real Madrid celebra uno de los goles que marcó al RayoJesus G. FeriaLa razon

Salió Falcao, hizo un gol y se lesionó. Eso dice todo acerca del futbolista colombiano, de su carrera y de su situación actual. Le bastó muy poco para inquietar a un Madrid que durante casi todo el partido caminó por el partido con paso firme. Quizá se vio tan seguro y en ocasiones tan superior que se dejó llevar y se permitió el lujo de jugar, algún rato, más para la galería que para ganar el encuentro. Y eso es un peligro que a Ancelotti le costó ver. Una vez más tardó mucho en hacer los cambios: hasta el minuto ochenta, cuando la tranquilidad con la que se había vivido hasta entonces se cambió por nervios. El Madrid terminó el choque sin la alegría con la que lo llevó muchos minutos. No le da casi nunca para hacer un partido entero completo. Acabó sacando balones en la línea, con el agua al cuello.

Terminó el equipo cansado como Vinicius, el termómetro del Real Madrid. Didí, el segundo brasileño que llegó al Bernabéu, en los dorados años cincuenta, se extrañaba de que el público que iba a ver al conjunto que lideraba Di Stéfano le pidiese más cosas que talento. Si con eso bastaba. Dice una leyenda que a veces se manchaba la camiseta con barro para parecer que había hecho el esfuerzo que no había hecho. Llegó, estuvo, se fue y no comprendió nada. Contra el Rayo, Kroos quiso dar un pase al hueco con la cabeza y fue literal: al hueco, porque no había ni un futbolista. Era un balón en tierra de nadie, pero esa tierra ahora es de Vinicius, que está en todos lados. Así está el brasileño, que convierte en peligro y gol hasta pelotas que van por ahí, a sitios sin gente y lejos de la portería.

Era lo que le faltaba para enamorar definitivamente a una afición que ya se ha rendido a su manera de entender el fútbol. El Bernabéu es exigente con los futbolistas técnicos, bastante más tolerante con los entregados y si encuentra a uno que hace las dos cosas, pues se entrega con entusiasmo. Puede que en algún momento vuelvan las críticas, pero ahora no hay ni un reproche. Por eso cuando en la segunda parte protagonizó la jugada del partido, quitándose rivales en regates cortos, asombrosos, nadie le reprochó que no pasase el balón. Luego casi lo lamenta.

Fue un Madrid de Vinicius, pero también de más jugadores, más coral, más compacto, pero no constante. Y no le duró todo el partido.

Cuando las cosas fueron bien, la presencia de Carvajal, cada día en mejor forma, hizo que el equipo volviese a tener las bandas para atacar, algo que tanto ha echado de menos en días anteriores. Le ayudó un Asensio titular y muy activo, con mucho contacto con la pelota y con la verticalidad que le convierte en un futbolista decisivo. Fue él quien acompañó a Vini para acabar en gol de Kroos.

El Rayo de Iraola venía con cierta fama por su buena temporada, sobre todo en casa. En el Bernabéu tardó, pero al final dio guerra. O por cansancio o por problemas o porque Iraola quiso plantear otro tipo de partido, dejó a Falcao en el banquillo y sólo le sacó cuando ya llevaba dos goles en contra. Parecía que era para que disfrutara. Qué va, era para ir a la guerra.

La defensa del Madrid, que había vivido bien hasta entonces, sufrió. Hasta entonces, la presencia de Carvajal y Mendy se notó: el primeor llega a todas las ayudas y el segundo es un muro sin puertas. Además, con Militao y Alaba ha encontrado una pareja de centrales a una velocidad récord. Alaba, además, sirve para otras cosas, como para dar un pase sensacional desde la posición de lateral izquierdo, para que Benzema hiciese el segundo.

El Real Madrid tuvo tiempo para ganar el partido y hacerlo con suficiencia. Corriendo a los espacios o en ataque estático, con Kroos al mando y Vini atreviéndose a cualquier cosa. Hubo una jugada en la que dio un taconazo y Mendy la continuó con otro, porque el día estaba para eso. O eso parecía. Le faltó ser más efectivo. Si otros días ha sido un equipo práctico e inteligente, como lo describió su entrenador, cuando se vio superior y con el marcador muy a favor contra el Rayo, se sintió como el rico que derrocha sus bienes sin pensar en las consecuencias.

Iraola fue haciendo cambios y metiendo a los suyos; Ancelotti sólo sacó tarde a Hazard para ponerle de nueve, sin aportar nada. Se le hizo largo el partido.

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