Vetadas
La sombra de “Blue Girl” vuelve a sobrevolar Irán: mujeres gaseadas por querer ir al fútbol
En los últimos 40 años, las autoridades iraníes han prohibido a las mujeres asistir al fútbol. Sahar Khodayari -la “Chica Azul”- se suicidó tras ser condenada a prisión por acudir a un partido. Su muerte solo removió conciencias
El recuerdo de Sahar Khodayari, activista iraní, vuelve a estar muy presente en Irán. Las imágenes de mujeres siendo rociadas con gas pimienta en las redes sociales por protestar por la prohibición de asistir al Irán-Líbano clasificatorio para Mundial de Catar después de que se les vendiesen entradas han generado un aluvión de críticas en todo el mundo.
Los hechos ocurrieron el martes en el estadio Imam Reza de la ciudad sagrada de Mashhad cuando a 2.000 mujeres no se les permitió el acceso pese a haber comprado su entrada para presenciar el encuentro entre Irán, ya clasificada para el Mundial, y Líbano de la última jornada del grupo A asiático.Una situación que parecía superada después que en octubre de 2019 por primera vez en un Irán-Camboya y, tras la pandemia de Covid-19, en enero pasado, con motivo del Irán-Irak, se permitiera la presencia, aunque reducida, de mujeres en las gradas.
Ante la oleada de críticas y la posibilidad de Irán pudiera ser excluido por la FIFA del Mundial 2022, el presidente de Irán, Ebrahim Raisí, ha anunciado que investigará el incidente, pero no mencionó en ningún momento el hecho de que no se permitió la entrada de mujeres al estadio Imam Reza de la ciudad sagrada de Mashhad, en el noroeste del país.
Un informe elaborado por la ONG Human Rights Watch (HRW) ha solicitado este jueves a la FIFA utilizar su influencia ante las autoridades iraníes para exigirles que anulen “urgentemente” la prohibición de entrada al estadio impuesta a las mujeres y que garanticen la rendición de cuentas por los abusos cometidos. “Dadas las prolongadas violaciones de las autoridades iraníes, la FIFA debe seguir sus propias directrices mundiales sobre no discriminación y debería considerar la posibilidad de aplicar sanciones por el incumplimiento de Irán”, afirman.
40 años de arrestos y palizas
Durante los últimos 40 años, la República Islámica de Irán, han prohibido a las mujeres asistir a los partidos de fútbol y a otros deportes en los estadios. Aunque esta prohibición no está escrita en la ley ni en la normativa, las autoridades la han aplicado regularmente durante décadas. La prohibición ha dado lugar a arrestos, palizas, detenciones y abusos contra las mujeres.
Muchas de ellas ponen en riesgo su limitada libertad e intentan entrar en los estadios con barba y pelucas haciéndose pasar por hombres. Este veto islámico llega a ser tan estricto que ni siquiera se emiten en la televisión estatal iraní partidos que estén arbitrados por una mujer, aunque sea extranjera. Por ejemplo, se canceló la emisión de un partido entre el Bayern de Múnich y el Augsburgo porque estaba arbitrado por Bibiana Steinhaus, una árbitra alemana.
En septiembre de 2019, una aficionada al fútbol, Sahar Khodayari, conocida como la ‘Chica Azul’, fue condenada a prisión por intentar entrar en un estadio. Murió por autoinmolación, lo que provocó una protesta nacional e internacional.
En octubre de 2019, tras el plazo fijado por la FIFA para que las autoridades iraníes aceptaran que “las mujeres tienen que entrar en los estadios de fútbol”, el Gobierno permitió que un número limitado de mujeres asistiera a un partido de clasificación para el Mundial en el estadio Azadi. A principios de 2022, se anunciaba que el veto sería eliminado pero, una vez más la promesa ha quedado en nada.
La muerte de “Blue Girl” sirvió para remover conciencias pero poco más y hoy su nombre sobrevuela el país islámico.
¿Quién era la “chica Azul”?
Sahar Khodayari era una joven de 29 años, apasionada del fútbol como muchas otras. Sin embargo, algo que para cualquier otra mujer del mundo sería un acto tan cotidiano como ir a ver un partido a su equipo, para Khodayari significaba incurrir en un delito y perder la liberad y así fue.
Seguidora del Esteghlal FC de Teherán, el 12 de marzo se vistió de hombre para tratar de acceder al Estadio Azadi para asistir al partido de la Liga de Campeones asiática que su equipo disputaba contra el Al-Ain FC de Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos). “Blue Girl”, como la apodo la prensa internacional gracias a la camiseta de su equipo, el Esteghlal, acudió al estadio y por supuesto, lo hizo disfrazada, debido a la prohibición que pesaba sobre las mujeres iraníes y que databa de la revolución islámica, en el año 1979.
Pero Sahar tuvo mala suerte. La policía la detectó, le impidió ingresar al estadio y la llevó detenida. Estuvo presa 48 horas en la cárcel de Gharchak y fue liberada a la espera del juicio. Cuando se enteró que podría ir a prisión sólo por intentar ver un partido de fútbol, tomó la trágica determinación de inmolarse. Se roció con gasolina a las puertas del tribunal que la juzgaba en la capital de Irán, como hacen las mujeres afganas que se inmolan prendiendo fuego al burka que las envuelve para protestar por la falta de derechos humanos. Antorchas humanas para iluminar una realidad que el mundo observa a distancia.
“Su único ‘crimen’ fue ser mujer en un país donde las mujeres enfrentan una discriminación arraigada en la ley y que se presenta de la manera más horrible que se pueda imaginar en cada área de sus vidas, incluso en los deportes”, afirmó entonces en un comunicado Philip Luther, director de investigación y defensa para Oriente Medio de Amnistía Internacional.
«Donde los hombres determinan el destino de las mujeres y las privan de sus derechos humanos básicos, donde hay mujeres que ayudan a los hombres en su tiranía, todos nosotros somos responsables de la detención y la inmolación de chicas en este país», escribió la diputada iraní, Parvaneh Salashouri, emplazando a la responsabilidad colectiva.
Desde entonces, poco ha cambiado en Irán.
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