Fútbol
Una Liga como la que ha hecho el Real Madrid, una temporada como la que está haciendo el equipo de Ancelotti merecía la coronación que tuvo en un Bernabéu lleno, en una tarde de primavera y con una goleada. Ojalá todas las fiestas así. Fue el punto y final a un largo camino en el que todas las complicaciones las ha resuelto el campeón con madurez y tranquilidad. Se ha manejado durante el campeonato como se manejó contra el Espanyol, con confianza, con la seguridad de quien hace las cosas bien y cada vez mejor, cada vez más a gusto con cualquier papel: si hay que esperar, se espera; si hay que correr, se corre; y si hay que dominar con la pelota, también se hace. Un equipo redondo de la mano de Ancelotti, con las paradas de Courtois y con el gol de Benzema a pase de Vinicius, como fue el cuarto, el tanto que más esperaba el Bernabéu. Fue emocionante la ovación que se llevó el francés cuando salió a calentar y más cuando salió al campo. Hace cuatro años un futuro así era pura ciencia ficción.
Ninguno de los dos delanteros más importantes de esta Liga fueron titulares porque Ancelotti pensó un poco en el partido del miércoles. Después nadie se preocupó de eso: lo importante era el presente, vivir a tope la felicidad de, tras la pandemia, tras la frialdad del título ganado hace dos años en un Di Stéfano, en Valdebebas, vacío, celebrar el ser campeón con los tuyos, en el Bernabéu. En casa.
Sin sus delanteros, sin Kroos, con Casemiro de central, no se vio a un Madrid menor. En absoluto. Esta plantilla tiene muchas variantes. Tiene a Rodrygo, un delantero de los buenos porque lleva el gol en la sangre. Sus dos remates fueron con el interior, desde el mismo lugar del área. El primero a la izquierda de Diego López; el segundo también iba ir a la izquierda o eso creyó desde el portero hasta el último espectador, pero fue a la derecha. Rodrygo tiró del equipo arriba y Camavinga y sobre todo Ceballos, lo condujeron desde el centro del campo. En un final espectacular el Madrid ha ganado LaLiga y ha ganado un centrocampista. Va a ser difícil ahora que lo deje marchar, porque tiene fútbol y presencia para ese centro del campo. Buena pinta tiene también Camavinga, que cada vez se equivoca menos.
El Espanyol no quiso estropear la fiesta y pese a que en la primera parte dominó algunos ratos, nunca hizo daño. Vallejo, que había jugado 14 minutos esta temporada, apenas tuvo nada que hacer, mientras que Marcelo pudo pasarse gran parte del partido cerca de la esquina del área rival, su lugar de acción ahora que ya se marcha. Dio el pase a Rodrygo para un gol y faltó muy poco para que el partido que hizo al Madrid campeón no se transformase en el partido de homenaje a Marcelo. Un jugador memorable con un final a su altura.
Marcó un gol Asensio y para que el resumen de la temporada fuera perfecto, anuló un gol el Var. Daba igual, no había lugar para el enfado. La grada ya estaba acordándose de Piqué, de Simeone o de Laporta. Estaba ya cantando “campeones, campeones”. La número 35 que lo hace.
El brasileño Marcelo, defensa y capitán del Real Madrid, no quiso pensar en el partido del próximo miércoles de vuelta de semifinales de Liga de Campeones frente al Manchester City y aseguró que es “día de celebrar” el título de Liga conseguido tras vencer 4-0 al Espanyol.
“Hoy es día de celebrar, pero sabemos que tenemos un partido importante. Pero no pasa nada si celebramos bien hoy”, dijo tras el partido en Movistar+.
“Una alegría inmensa la verdad. Hemos conseguido ganar la liga lo antes posible y eso es le trabajo de todo el equipo. Trabajo, alegría, sacrificio… un montón de cosas”, valoró.
Un Marcelo que ponderó el hecho de poder celebrar el título con la afición, tanto en el Santiago Bernabéu como más tarde en la fuente de Cibeles, tras no poder hacerlo por la pandemia en 2020: “Celebrarlo con la afición es lo mejor que hay. Hoy si podemos, la fiesta es de ellos. La mayor alegría que un jugador puede tener es celebrar un título con su afición en casa”, comentó.