Desmayo

La heroicidad de la española Andrea Fuentes: salva la vida a una nadadora de morir ahogada en el Mundial

La estadounidense Anita Álvarez perdió el conocimiento en su prueba de solo en Budapest y se hundió en la piscina dos minutos. “Los socorristas no se tiraban, así que me he tirado yo”, aseguró después su salvadora

Andrea Fuentes, en pleno rescate de Anita Álvarez tras su desmayo
Andrea Fuentes, en pleno rescate de Anita Álvarez tras su desmayoZsolt SzigetvaryAgencia EFE

Al entrar en la página web de Andrea Fuentes se ven las fotos y palabras con las que se describe: la primera es artista, la segunda, deportista, la tercera, campeona. La cuarta es más personal: auténtica. La quinta es experiencia y la última es personal trainer. Quizá, después de lo que ha sucedido en el Mundial de Budapest, debería añadir una nueva palabra: heroína. Porque Andrea Fuentes, una de nuestras mejores nadadoras de sincronizada, con cuatro medallas olímpicas: dos platas en Pekín 2008 y una plata y un bronce en Londres 2012, protagonizó la que va a ser el recuerdo principal de los Mundiales de Natación y una de las fotografías del año al tirarse sin pensárselo ni un segundo a rescatar a Anita Alvarez, nadadora del equipo estadounidense, que en la final de solo, se desmayó y se empezó a hundir en la piscina. “Al terminar el ejercicio, en lugar de salir de la piscina, se ha ido para abajo y ahí es cuando he empezado a gritar a los socorristas pero no reaccionaban así que me he tirado yo”, aseguro después la española después en Onda Cero.

Andrea es la entrenadora de Estados Unidos y se lanzó a por ella cuando el resto del mundo aún estaba reaccionando, entre el susto, el miedo y la sorpresa, totalmente paralizadas por lo que estaba sucediendo. Era lo más inesperado posible. Andrea reaccionó antes que nadie se tiró y después, detrás de ella, fue otro de los entrenadores, que le ayudó a sacar a Anita, inconsciente aún, de la piscina. “Ha estado dos minutos sin respirar pero cuando ha despertado todas las constantes estaban bien”, reconocía. “Dos minutos tranquilitos en el sofá mucha gente puede aguantar sin respirar, a 180 pulsaciones ni de coña. Cuando la hemos sacado no respiraba, he hecho todo lo posible por despertarla, hasta la he dado una bofetada...me he asustado de verdad hasta que ha empezado a respirar. Ahora lo estamos hablando y nos reímos. Está viendo las fotos y flipa. Había 70 socorristas y nadie iba así que he ido yo”, continuaba.

Quizá la concentración que exige la sincronizada y el estar en la final fueron un cóctel excesivo, que unidos al calor, superaron a Anita Alvarez. Cuando la rescataron, la tumbaron sobre la piscina y se la llevaron. Poco después se supo que estaba bien y que actuaba con normalidad, así que la prueba se desarrolló sin más problemas. El oro se lo llevó la japonesa Yukiko Inui (95.3667), la plata la conquistó la ucraniana Marta Fiedina (93.8000) y el bronce lo ganó la griega Evangelia Platanioti (91.7667).

Pero para la historia quedará el papel de Andrea Fuentes, uno de las grandes deportistas españolas .Hizo pareja con Gemma Mengual y ambas situaron la natación sincronizada a un nivel de popularidad que no se ha vuelto a ver. Cuando Mengual lo dejó, ella se convirtió en la cara de una de los deportes que más medallas sumaba para España. Se retiró en 2013.

En 2018, la selección estadounidense la eligió como entrenadora. «Es mi primera vez como seleccionadora nacional, y mi motivación es muy alta. Tengo una ilusión especial por trabajar para USA Synchro, ya que este fue el país que creó este maravilloso deporte», aseguró el día de su presentación. Cambió hábitos de entrenamiento, redujo horas, introdujo a un psicólogo deportivo y se enfrentó a la dificultad de entrenar en pandemia, cuando no se podía ir a la piscina. Aquello fue un reto que no se superó del todo porque el equipo no se clasificó para los Juegos de Tokio. Eso espoleó la competitividad de Fuentes, que ha logrado ahora un equipo súper unido y ganador. Suele sorprender a sus pupilas con entrenamientos que las sitúen en la incertidumbre. Pero nada como lo que sucedió en Budapest. “Le gusta llegar al límite. Le he dicho, lo tienes que dar todo, y me ha dicho vale. Pero dar la vida no hace falta”, bromeaba Andrea.

Y cuando todos dudaban, ella saltó.