Alpinismo
Los atascos suicidas del Everest se trasladan al K2
La mejora en las condiciones de seguridad, un sistema de visados más eficaz, los sherpas nepalíes y el precio masifican sus 8.611 metros hasta límites nunca vistos
El K2 de Pakistán, la “montaña salvaje” y con la reputación de ser la más difícil de escalar de todos los ochomiles, ha vivido una temporada de récord, con ascensos masivos que han dejado imágenes de escaladores apiñados que recuerdan al atasco vivido en el Everest en 2019 y que dio la vuelta al mundo. El 22 de julio, aprovechando las condiciones meteorológicas favorables, 145 montañeros hollaron la cima. Se trata del número más elevado de ascensos jamás registrado en la montaña paquistaní, según confirmó a Efe un portavoz del Club Alpino del país asiático, Karrar Haidri. “Es el número más elevado comparado con el récord en un solo día de 45 (montañeros) en 2005″, afirmó.
La afluencia masiva de escaladores, vista por algunos como una bendición para la economía paquistaní, no está falta de consecuencias. Mingma G, parte del equipo de diez nepalíes que logró el primer ascenso invernal del K2 el año pasado, se encontraba de vuelta en la montaña paquistaní el 22 de julio cuando compartió un vídeo en Facebook de la zona conocida como “cuello de botella”, a 8.200 metros. Una larga hilera de montañeros ascendía lentamente hacia la cumbre del K2. “Esta es la parte más terrorífica del K2 y estamos en una larga cola”, escribió Mingma.
El momento recordó a las imágenes capturadas en 2019 en el Everest, cuando más de 200 alpinistas hicieron cima por el lado nepalí rompiendo el récord de ascensos en una misma jornada, pero también creando un atasco que provocó colas de varias horas en un estrecho paso de la ladera cercano a la cumbre. Aquella temporada, la última antes de las restricciones por la pandemia del coronavirus, se cobró nueve muertes en el lado nepalí, y varios de estos fallecimientos fueron atribuidos al agotamiento por las horas de espera que provocaron los atascos.
Seis personas han muerto en lo que va de temporada en el K2, incluyendo Ali Akbar Sakai, que aspiraba a ser el primer escalador afgano en coronar la montaña, una helada pirámide casi perfecta que hasta ahora ha sido considerada como uno de los ochomiles más duros por el terreno, el tiempo impredecible y la relativa dificultad para obtener visados paquistaníes en comparación con Nepal.
Una mejora en las condiciones de seguridad y un sistema de visados en línea más eficiente han cambiado las tornas en esta montaña de 8.611 metros, así como el apoyo de experimentados sherpas nepalíes. Más de 1.400 escaladores y senderistas se han dirigido al norte de Pakistán este año, que cuenta con cinco ochomiles y cientos de montañas de más de 6.000 metros, y Haidri espera que el número de visitantes siga aumentando en los próximos años.
Haidri asegura que el K2 sigue siendo la misma montaña implacable, y la mayor afluencia de escaladores abre la puerta a más muertes en un país en el que los servicios de rescate dependen del Ejército, a diferencia de lo que ocurre en Nepal. “El Gobierno debería dar un paso adelante para promover el montañismo en el país, aunque no a costa de poner en riesgo vidas”, señaló.
En el último trecho desde el famoso cuello de botella sólo había una cuerda fija, como muestran las imágenes capturadas por Mingma. “El K2 es el rey de las montañas (...) es masivo, es peligroso y es hermoso, y está continuamente intentado matarte”, comentó en las redes sociales Samina Baig, que el 22 de julio se convirtió en la primera mujer paquistaní en conquistar la montaña. Esta escaladora de 30 años, natural de un poblado remoto en la provincia paquistaní de Gilgit-Baltistan, recordó que la ventana meteorológica para intentar el ascenso aquel día fue particularmente breve.
Baig comenzó el ascenso hacia el campamento 4 el 21 de julio hacia las diez de la mañana, y un día después se dirigió a la cumbre. “El 22 de julio a las 7.45 de la mañana logré llegar a la cima con la que tanto había soñado”, dijo, “un momento de orgullo que es difícil explicar con palabras”. Pero Baig reconoció estar preocupada por la afluencia de escaladores. “El K2 es más peligroso que el Everest, sobre todo si está abarrotado”, explicó, al reconocer que se vio obligada a pernoctar en el campamento 4 y otra noche en el campamento 2 durante el descenso debido a la gran cantidad de montañeros.
Este aumento de la afluencia inquieta también a los expertos, sobre todo por el impacto ecológico en uno de los países más afectados por el cambio climático. “Cuando tienes a más personas en una ruta o expedición el medio ambiente se ve afectado”, dijo a Efe la experta en cambio climático Mome Saleem, que aboga por un aumento de las tarifas para no convertir además la zona en un vertedero.
Las tasas por escalar el K2 son de unos 12.000 dólares, similares a las del costo del permiso de escalada que emite el Gobierno de Nepal. No obstante, ascender el Everest puede costar entre 35.000 y 90.000 dólares por persona, dependiendo de los guías, los requerimientos de oxígeno suplementario y otros suministros.
Hasta el año pasado, poco menos de 400 alpinistas han coronado la segunda cima más alta del mundo y cerca de 90 han fallecido, desde que el italiano Achille Compagnoni lograse la primera ascensión en 1954.
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