El Clásico

Real Madrid-Barcelona (3-1): El Madrid ejerce de líder

El equipo de Ancelotti ganó el primer Clásico de la temporada. Se adelantó con dos tantos y cuando, al final, el rival se acercó, lo remató Rodrygo

Benzmea ha adelantado al Real Madrid contra el Barcelona en el Clásico de LaLiga
Benzmea ha adelantado al Real Madrid contra el Barcelona en el Clásico de LaLigaJesús G. FeriaLa Razón

En el cara a cara, a la hora de la verdad, el Madrid fue más líder que el Barcelona y le deja atrás en una Liga que por lo visto en el Bernabéu se va a pelear hasta el final. Los de Ancelotti tuvieron el partido en su mano en la primera mitad, casi se le escurre según avanzaba en la segunda parte y, justo ahí lo resolvieron. Porque es un equipo que se mueve como nadie en el alambre, cuando todos tiemblan o cuando parece que la situación se ha puesto más peliaguda que nunca. Creía el Barca como no había creído durante casi los noventa minutos y llegó Rodrygo regateó a Eric García y el penalti resolvió un duelo emocionante, igualado, con la posesión para el Barcelona y con la victoria de verdad para el equipo que mejor resiste contra un rival lento muchos minutos y frágil siempre.

Xavi Hernández plantea el fútbol como una película de buenos y malos. En el lado bueno, por supuesto, está él y el estilo del Barcelona, aunque sin concretar en exceso en qué consiste ese estilo. Ancelotti es más tolerante, ha sido entrenador mucho más tiempo y plantea el fútbol de otro modo: jugar del modo que salgan mejor las cosas. Y por ahora, le va mucho mejor que a su colega. Era el primer enfrentamiento de la temporada, y tienen pinta de que van a importar mucho los enfrentamientos directos. El Real Madrid hizo lo que debía: sacó los tres puntos y dos goles de ventaja.

Ganó porque fue mejor atacando cuando tuvo que llegar y fue infinitamente mejor en defensa. Marcó en dos llegadas, dejó el balón al rival y se defendió con mucho orden. Pero el partido se le hizo muy largo a los de Ancelotti, que llegaron al final con la lengua fuera, muy pegados a su área y sin las salidas hasta que Rodrygo hizo lo que suele hacer en los momentos importantes: decidir el encuentro.

No fue titular el brasileño en la decisión más lógica, porque la potencia de Valverde en el centro del campo es insustituible. Su potencia y su disparo desde lejos es un arma de destrucción masiva contra la que los rivales no tienen defensa. Con el equipo de siempre, el Madrid hizo lo de siempre: buscar a Vinicius para romper todo lo planeado. Decía Xavi Hernández que más que el brasileño le preocupaba todo el rival. Se equivocó: Vinicius es demasiado importante como para dejarle de marcador a Sergi Roberto. Del brasileño nacieron los dos goles del Madrid antes del descanso. En el primero, corrió tras un pase de Kroos y la jugada la acabó Benzema, en el segundo, estuvo más listo que nadie para aprovechar un balón rebotado y comenzar lo que acabaría con el misil de Valverde. Entre gol y gol, el Barcelona tuvo la posesión, pero era como no tener nada. Lento en el juego, intentando entrar por la banda derecha, iba tan bajo de revoluciones que tenía el balón y la impresión general era que en cualquier momento se iba a llevar otro sopapo por la velocidad del Madrid.

El equipo de Ancelotti se juntó como sabe hacer y defendió sin ningún hasta casi el final del partido, con Alaba y Militao muy concentrado y Tchouameni especializándose en robarle la pelota a Lewandowski cuando recibía de espaldas. Quizá esa suficiencia en la primera parte pesó a equipo después. Se veía tan seguro que se fue olvidando de ir al ataque en la segunda mitad.

Quizá pasó que Kroos estaba más cansado y aún así fue alargando su magisterio hasta el final del encuentro. Sacó el balón con claridad en largo, pero también en jugadas individuales. Ganó a Busquets en la jugada en la que nació el primer tanto. Su mando en en el partido fue incontestable.

Sin la pelota, estaba más cerca el Madrid del tercer tanto y de hecho, lo marcó Benzema, pero el Var vio que era en fuera de juego. Esa jugada cambió el choque. El Madrid se fue atrincherando atrás, mientras que Xavi removía todo el ataque e iba renovando su arsenal para darle más salidas a su equipo. Quitó a Busquets, que está en pleno proceso de despedida del Barcelona, como Piqué, al que sólo se vio cuando el árbitro fue al vídeo a ver el penalti del tercer gol; y Jordi Alba, que no fue titular, pero que sí salió al campo para revolucionar el encuentro. Sin Busquets, con Jordi Alba, con Gavi y con Ansu Fati fue más dinámico y apretó de verdad al conjunto blanco.

Ancelotti, en cambio, esperaba. No tenía prisa, pero era evidente que el partido había cambiado de ritmo y que el Barcelona tenía mucho más hambre y más velocidad. Además, el Madrid ya no llegaba. Valverde no tenía aire para mucho más y tampoco Vinicius ni Benzema. El partido, con lo bien que había ido hasta entonces, le empezó a pesar al Madrid.

Ansu Fati arrancó y Valverde llegó tarde. La jugada acabó en el gol de Ferrán Torres y con el Barcelona recuperando la fe. La necesitaba el equipo de Xavi, que quería resarcirse de su fracaso en la Champions. No era un partido más, era un duelo para recuperar la moral. No va a ser.

Porque cuando mejor estaba el Barcelona, Ancelotti sacó a Rodrygo, su hombre talismán. Empezó en la derecha, pero acabó por todo el frente de ataque, para terminar en el área y llevarse el pisotón de Eric García. El defensa es como Rodrygo: siempre está cuando su equipo necesita remontar, pero para lo malo.