Baloncesto
91-72. Lección de los secundarios
La discutible descalificación de Doncic obligó a dar un paso al frente a los no habituales del Real Madrid y todo el equipo respondió
La discutible descalificación de Doncic obligó a dar un paso al frente a los no habituales del Real Madrid y todo el equipo respondió.
En la Euroliga no es la primera vez que Doncic aparece más centrado en lo que pitan los árbitros que en el propio juego. Hasta ahora lo había resuelto olvidándose de los palos que recibe y haciendo lo que mejor sabe: jugar a baloncesto. Ante el Valencia no fue así. A los pocos minutos de estar en pista, una falta antideportiva más que discutible sobre Pleiss le descentró. Usó el brazo y el codo para protegerse en un intento de mate y el pívot acabó con la cara ensangrentada. La antideportiva es cuanto menos discutible. La decisión le descolocó. Con apenas cuatro minutos disputados del segundo cuarto, los árbitros le endosaron una técnica descalificante por tenérselas tiesas con Vives. Protestó una posible falta en una penetración, se señaló el escudo desafiando el base del Valencia y los árbitros, que le habian tomado la matrícula, le enviaron a casa. El Madrid se topó con 26 minutos por delante sin Doncic y con su infinita y habitual lista de lesionados (Llull, Rudy, Kuzmic, Ayón y Randolph). Traducido: ni rastro del presunto quinteto que debía ser titular. Había mucha gente que tenía que dar un paso al frente y vaya si lo hicieron. El Madrid se alivió con su segundo triunfo consecutivo y propinó la novena derrota seguida al Valencia, que antes del final de la primera vuelta ya está poco menos que deshauciado.
Cuando Doncic cogió el camino de los vestuarios y pateó el túnel, el partido estaba ajustado (33-30). Dubljevic era una pesadilla para el juego interior del Madrid y el shock de la expulsión del esloveno sembraba de interrogantes el futuro de los de Laso. La respuesta al desafío llegó en el tercer cuarto con el quinteto con el que el Madrid arrancó el partido cambiando a Taylor por Yusta. A falta de talento puro quedaba el esfuerzo atrás y la necesidad de todos los integrantes de sentirse importantes, de mirar a la cara al entrenador y decirle aquello de que puedes confiar en mí. Tavares frenó a Dubljevic y el resto empezó a dejar perlas que en condiciones normales, esto es con la plantilla al completo, sería complicado de ver. Entre los no habituales más la inestimable ayuda de Reyes, Carroll y Randle, el Madrid arrolló al Valencia por orgullo, fe y una buena dosis de despecho. En el último cuarto no bajó el pistón. Con la intensidad por bandera, el Valencia hubo minutos en los que se sintió atropellado y se topó con una desventaja cercana a la veintena. Hubo siete jugadores del Madrid que anotaron entre 9 y 14 puntos. Todos ayudaron atrás y se olvidaron de un arbitraje que hizo de todo menos ayudar a que los dos equipos jugaran un buen baloncesto.
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