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Hípica
Adolfo Martínez, el maestro español del piaffé y el passage
Es uno de los grandes especialistas en estos ejercicios. Su trayectoria, desde la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre hasta Villa Equus, le ha llevado a trabajar con caballos y jinetes de primer nivel internacional

El piaffé y el passage son considerados por muchos jinetes como el culmen de la Doma Clásica: ejercicios de reunión que combinan fuerza, coordinación y elegancia. El piaffé consiste en un trote elevado y cadencioso casi sobre el sitio, mientras que el passage es un trote con suspensión y expresividad máximas, que requiere al mismo tiempo potencia y ligereza. Son, en definitiva, una prueba de fuego de la armonía entre caballo y jinete.
En España, uno de los grandes especialistas en estos ejercicios es Adolfo Martínez, cuya trayectoria le ha llevado a trabajar con caballos y jinetes de primer nivel internacional. Desde su experiencia en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre hasta su colaboración con Villa Equus, el centro de alto rendimiento vegano de Beatriz Ferrer-Salat, Martínez se ha ganado el reconocimiento como auténtico maestro en la enseñanza del piaffé y el passage.
Cuando se ve a un caballo triunfar en pista, pocos se acuerdan de que es un mérito compartido. Personas como Adolfo, así como veterinarios, mozos, herradores y todo un elenco de profesionales que se esfuerzan día a día para que el binomio esté en las mejores condiciones.
Usted es considerado un auténtico maestro del piaffé y del passage en España. ¿Qué le atrajo de estos ejercicios tan especiales?
La verdad es que han marcado mi carrera sin yo buscarlo. Siempre llamaron mi atención, ya en mis inicios en 1984 cuando estudiaba en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, pero han sido sobre todo las peticiones de mis clientes las que me hicieron especializarme en ellos, acumulando una experiencia que de otro modo habría sido imposible. He trabajado con caballos muy distintos: primero españoles, y más tarde centroeuropeos de diferentes morfologías, edades y caracteres. Eso me ha permitido, con el paso de los años, tener más herramientas para enfrentarme a estos dos ejercicios.
Muchos jinetes coinciden en que el piaffé y el passage son el “arte” de la Doma Clásica. ¿Cómo los definiría usted?
Para mí, arte es cualquier ejercicio de Doma Clásica realizado con técnica, elegancia, flexibilidad y apariencia de facilidad. Quizá se aplique esta definición especialmente al piaffé y al passage porque también forman parte de otras disciplinas como la Alta Escuela. Pero lo que yo considero verdaderamente arte es saber sacar la mejor versión del ejercicio en cada caballo, porque no hay dos iguales, como tampoco hay dos piaffés o passages que sean idénticos.
¿Cuál es la clave para enseñar a un caballo a realizarlos con soltura y naturalidad?
Lo fundamental es que el caballo esté preparado física y mentalmente para asumir el aprendizaje sin violencia. Hay que empezar despacio y con el tacto suficiente para que lo interprete como un juego, no como una imposición. De lo contrario, aparecerán tensiones que nos perjudicarán más adelante. A mí me gusta trabajar estos ejercicios junto al jinete o amazona habitual, pero también pie a tierra, donde el caballo puede concentrarse solo en su movimiento. Alternar ambos trabajos mejora tanto su preparación física como la psicológica.
¿Cuáles son los errores más comunes que observa en los jinetes?
El principal es empezar demasiado tarde. Muchos se acuerdan del piaffé y el passage después de competir en San Jorge, sin saber que son fundamentales para fortalecer el dorso, mejorar el remetimiento de los posteriores, trabajar la zona abdominal y la coordinación, además de aportar muchas ventajas al adiestramiento en general.
Yo recomiendo iniciar la reunión y el remetimiento de los posteriores en las paradas, ya con caballos de 4 o 5 años. No es un trabajo duro físicamente, sino más bien de habilidad y mecánica, que ayuda a los potros a conocer mejor su cuerpo y a coordinar sus extremidades. Otros errores habituales son la precipitación, la falta de cadencia, las asimetrías en las diagonales o la tensión, que casi siempre se deben a pedir algo que el caballo no está preparado para entender.
Usted colabora también con Villa Equus, uno de los grandes centros de alto rendimiento en España. ¿Qué significa para usted formar parte de sus éxitos?
Llevo vinculado a Villa Equus desde sus inicios, especialmente en el entrenamiento del piaffé y el passage. Antes ya trabajaba con Beatriz Ferrer-Salat en la época en la que tenía a Beauvalais. Allí he entrenado a una gran cantidad de caballos. Es un lugar increíble, donde se respeta al máximo el desarrollo físico y mental de los caballos, y eso se refleja en los resultados. Para mí es un placer disfrutar cada semana de su ambiente, sus caballos y su profesionalidad.
Además, colaborar con amazonas como Beatriz Ferrer-Salat, Cristina Torrent o Júlia Álvarez es muy enriquecedor. Me emociona especialmente ver en campeonatos de Europa, del mundo o incluso Juegos Olímpicos a caballos que han pasado por mis manos. Estos días estoy doblemente contento porque tanto Beatriz con "Elegance" como Teia Hernández con "Romero de Trujillo" han hecho un gran papel en el Gran Premio del Campeonato de Europa en Crozet, Francia.
¿Qué importancia tienen la paciencia y la sensibilidad en la enseñanza del piaffé y el passage?
Toda. La paciencia, la sensibilidad en la aplicación de las ayudas, la proporcionalidad, las pausas entre repeticiones… todo es clave. Y tanto en el trabajo montado como en el de pie a tierra. La fase más importante y más vulnerable para el caballo es el inicio. Un piaffé mal enseñado desde el principio genera patrones indeseables que arrastrará toda su carrera.
¿Podría contarnos alguna experiencia especial con un caballo al que enseñó estos ejercicios?
He vivido muchos momentos, dentro y fuera de la competición. Me emociona cuando un caballo que encuentra dificultades va superándose poco a poco hasta conseguirlo. Son los caballos que más te hacen pensar y aprender. Recuerdo a un caballo muy especial, Samurái. Sus comienzos fueron desastrosos: no sabía qué hacer con sus extremidades y tenía un carácter muy introvertido, lo que no ayudaba nada. Pero con paciencia y un plan claro, un día se dio cuenta de que él también podía. Ese día nos emocionamos todos. Y hoy, precisamente, su ejercicio estrella es el piaffé.
Después de tantos años de experiencia, ¿qué significan para usted estos ejercicios?
Para mí el piaffé y el passage son algo más que dos movimientos de la Doma Clásica: representan la confianza plena entre el caballo y el jinete. Cada vez que un caballo logra expresarlos con naturalidad y elegancia, siento que hemos alcanzado una conversación perfecta entre los dos. Y esa sensación es la verdadera razón por la que sigo dedicándome a este arte cada día con la misma pasión.
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