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Oblak salva a un Atlético miedoso

El equipo de Simeone acabó pidiendo la hora después de ir ganando 2-0 al Betis. Los rojiblancos acabaron cediendo la pelota y el espacio, sin delanteros y defendiendo en su área

El Atlético agradeció como nunca el pitido del árbitro. El final del partido le dio los tres puntos y le ahorró un sofoco. Porque ahora, el grupo de Simeone es un equipo con miedo, inseguro de sí mismo, que ofreció su peor cara después del gol de William Carvalho. Le regaló el campo y el balón al Betis, apretó los dientes y se metió en su área esperando que pasaran el tiempo y la tormenta.

No parecía el mismo equipo que se había puesto con dos goles de ventaja, incluso con un penalti fallado. Aunque para llegar a eso también necesitó la ayuda de la suerte y los errores del Betis. El primer gol llegó en una carambola, una pelota que pega en el poste, en Pezzella, en Bellerín y que Rui Silva, el portero bético, acabó metiendo en la portería.

Morata marcó el segundo después de un error de Fornals en un pase. Y entre medias, el delantero rojiblanco, que estaba en todas, había fallado un penalti. Estaba en todas Morata, que antes ya había simulado otro penalti cuando no lo necesitaba. Chadi Riad ya se había cansado de agarrarlo y tenía la posición ganada cuando se dejó caer. El penalti que pitó el VAR tampoco fue más claro. El videoarbitraje determinó que Rui Silva lo había derribado, pero la jugada, después de las repeticiones, sigue pareciendo más un salto de trampolín que un penalti. Dio igual, Rui Silva adivinó el lanzamiento y Morata tuvo que esperar hasta el final del primer tiempo para que llegara su gol.

Ahí se acabó el Atlético, que cedió la iniciativa al Betis mientras Simeone iba acumulando defensas en el campo y retirando delanteros. Memphis y Morata se fueron para que entraran Savic y Reinildo. Y Koke dejó su sitio a Nahuel Molina para que Llorente comenzara su particular viaje por todas las zonas del campo. Empezó de lateral, pasó a ser interior y acabó compartiendo la delantera con Riquelme.

Tan lejos estaba defendiendo el Atlético de la portería contraria que el canterano robó una pelota en el centro del campo y no tuvo más remedio que jugársela desde ahí aprovechando que Rui Silva estaba adelantado. La otra opción era recorrerse medio campo contra cuatro contrarios.

Porque el Betis también corría cuando el Atlético ya andaba. Los duelos que tanto preocupan a Simeone eran todos para los verdiblancos. Y así no le quedaba más remedio que esperar a que la suerte y Oblak le salvaran. Y el esloveno desvió al poste un remate de Guido que olía a gol. Un remate que hubiera hecho justicia con un Atlético miedoso.