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100-88. Un monstruo mata al Madrid

La Razón
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Olympiacos sigue siendo campeón de Europa en el día que el madridismo tenía señalado como el de la llegada de la «Novena». El Real Madrid seguirá recordando la Euroliga de 1995 como su último gran día en Europa y eso que vivió un arranque de partido mágico. Pero eso no es suficiente para acabar con un equipo con el que muy pocos contaban en el arranque de la competición. Si hace dos años les dicen a los casi 8.000 griegos que había en el O2 Arena que en mayo de 2013 su equipo iba a tener tres Copas de Europa no se lo hubiera creído ninguno. Olympiacos ha construido en torno a Spanoulis un bloque ejemplar, sin fisuras. Juegan con una fe inquebrantable y saben aprovechar como nadie las circunstancias favorables que se les presentan en los partidos. Su lectura de la permisividad arbitral fue un factor decisivo, vital. Los árbitros dejaron pegar y Olympiacos lo hizo. Sin más, sin cortarse. La derrota no se justifica en la actuación de los árbitros, si no en la capacidad de adaptación griega al baremo que establecieron el italiano, el serbio y el ucranio. Los 17 puntos de desventaja que el Real Madrid construyó en el primer cuarto alteraron lo justo al Olympiacos, un equipo que se agarró con desesperación a la defensa, la misma que les permitió desquiciar al CSKA, para volver a ser campeón de Europa.

Bartzokas ha inculcado en la plantilla una devoción por los trabajos forzados como no se recuerda en el baloncesto europeo. Con tan pocos mimbres es difícilmente explicable un rendimiento tan sobresaliente. Pero el Olympiacos no sólo fue defensa. En el día «D» vivieron la jornada más inspirada en ataque en mucho tiempo. Las finales de la Copa de Europa con un marcador centenario remiten a otra época.

Y eso que ni en el mejor guión posible de Pablo Laso se contemplaba un arranque como el del Madrid. Fue inmejorable. Todo el quinteto mostró sus virtudes, algunas incluso casi olvidadas. Begic cambió su gesto habitual e intimidó con tres tapones. Rudy justificó los tres millones de su salario; Mirotic dejó gotas de su talento; Llull lideró la estampida y Suárez ejerció de chico para todo. No se pudo pedir más. De los diez primeros tiros, el Madrid sólo falló dos. El Olympiacos se encontró con un rival que marcaba el ritmo, pero los griegos tenían clarísimo qué había que hacer. Tenían que cambiar delante y detrás. Y lo hicieron en los dos lados. Todas las facilidades de las que dispuso el Madrid en el primer periodo desaparecieron cuando la defensa del Olympiacos entró en combustión. Con un quinteto integrado por jugadores del banquillo, por tipos que sin defender no son nadie, empezó la remontada y ya no paró. Los árbitros dejaron pegar y el Madrid se encontró con una final de verdad. El título era demasiado bonito como para que su resolución fuera tan sencilla como apuntaba en los primeros diez minutos.

Quedaron prohibidas las canastas fáciles, las faltas en las que el zarpazo no quedaba marcado en el brazo del atacante... La alegría del Madrid desapareció antes del descanso. Y el sufrimiento extremo apareció cuando Spanoulis alzó la voz y decidió presentarse. Al descanso su estadística mostraba cero puntos. Al final fueron 22. El escolta anotó tres triples consecutivos en el arranque del tercer cuarto y Laso decidió que era la hora de pelear con las armas que más gustan a los griegos. Apareció Draper para, presuntamente, frenar a la estrella griega; una defensa zonal con Slaughter adelantado; Reyes peleándose con el mundo... Unos jugaban como nunca y otros buscaban soluciones de urgencia que raramente sirven en citas de este nivel. Los griegos repiten título y eso es algo de lo que sólo pueden presumir nombres tan sonoros en la historia del torneo como Jugoplástica, Milán y Maccabi. La «Novena» se transformó en la «Tercera» del Olympiacos.

- Ficha técnica:

100 - Olympiacos: (10-27-24-38) Law (20), Spanoulis (22), Powell (2), Printezis (5), Papanikolaou (5) - Quinteto inicial - Hines (12), Antic (10), Perperoglou (10), Shermadini (3), Sloukas (11), Gecevicius (-), Papanikolaou (5), Katsivelis (-).

88 - Real Madrid: (27-14-20-27) Rudy Fernández (21), Suárez (5), Mirotic (7), Begic (6), Llull (14) - Quinteto inicial - Reyes (4), Rodríguez (17) Hettsheimeir (-), Carroll (5), Slaughter (9).

Árbitros: Guerrino Cerebuch (Italia), Ilija Belosevic (Serbia), Borys Ryzhyk (Ucrania). Antideportiva a Sloukas (m.30) y Rudy Fernández (m.39)

Incidencias: Final de la Euroliga de baloncesto disputada en el pabellón O2 Arena de Londres ante 15.169 espectadores.