Copa del Rey

Jasikevicius ha encontrado la poción mágica

Su balance en Clásicos desde que llegó al banquillo del Barça es 10 victorias y tres derrotas. En temporada y media ha ganado dos Copas del Rey y una Liga Endesa, todo ante el Madrid

Saras Jasikevicius, entrenador del Barça
Saras Jasikevicius, entrenador del BarçaJorge ZapataAgencia EFE

Saras Jasikevicius llegó al Barça en verano de 2020 para acabar con el dominio del Madrid de Laso y lo está consiguiendo. El lituano ha dado con la poción mágica para romper la dinámica ganadora de los blancos en la última década. En su primera temporada levantó la Copa y la Liga ACB. Alcanzó la final de la Euroliga, pero el Anadolu Efes fue superior en la final. Esta campaña ya ha ganado la Copa y si se quedó sin la Supercopa fue por un arrebato de Llull después de mandar por 19 puntos en el tercer cuarto.

La plantilla azulgrana ha asumido que su líder vive en el banquillo. Jasikevicius vive los partidos con más intensidad que en su etapa como jugador y las apelaciones a sus jugadores en la pista no tienen término medio. Sus aspavientos, gestos, gritos, broncas... tiene para todos. Desde Martínez o Jokubaitis a Mirotic y Calathes. El jefe es él y parte del éxito del Barça es que los jugadores tienen muy claros los roles.

Para Saras, el Madrid es su víctima favorita. Ha jugado media docena de partidos en la pista del Madrid y los ha ganado todos. El balance de Clásicos en el último año y medio son 10 victorias en trece partidos. La Copa de su equipo ha sido el torneo del que Saras ha terminado más satisfecho. El equipo llegaba en una dinámica ganadora y en los tres partidos lo ha ratificado. Arrasó al BAXI Manresa después de un gran arranque de los de Pedro Martínez. Ni una sola crítica después de los cuartos de final. En semifinales, el grupo fue capaz de rearmarse cuando más complicado estaba el partido por el arrebato del UCAM Murcia al final del tercer cuarto. La final no tuvo nada que ver con los dos partidos anteriores. Entre los cuartos y la semifinal, el Barça había sumado 220 puntos, unas cifras que no se veían desde hace 35 años cuando las centenas de puntos eran habituales. El Barça supo procesar con paciencia la defensa del Madrid. Sobrevivió a los 18 puntos con que llegó al descanso y recuperó el tono habitual en el segundo capítulo de la final.