Historias del balón
"Batallón Deportivo": cuando el estadio del Real Madrid fue un cuartel republicano
La milicia republicana bautizada como «Batallón Deportivo» tomó en 1936 las instalaciones del club y fue clave en la defensa de Madrid
El fútbol siempre ha sido un escenario ideal para que los diferentes sistemas políticos y un hábil instrumento de propaganda. Así paso con la instauración de la II República en 1931 cuando muchos clubs pierden el calificativo de “Real” en su nombre y desaparece la corona real de sus escudos y eso fue también lo que hizo Franco ante la relevancia adquirida por el deporte rey en nuestro país. Con la llegada del franquismo no solo se cambiaron los escudos o se españolizaron los nombres de los clubes, sino que se trató de borrar de un plumazo a cualquier símbolo o personaje futbolístico vinculado a la República.
Las guerras cambian el curso de la historia y el fútbol no se han mantenido ajeno a ello. Demasiadas reseñas históricas convierten al deporte rey en protagonista de los grandes conflictos bélicos mundiales. Ocurre en Ucrania y ya ocurrió en la Primera Guerra Mundial e incluso en la Guerra Civil española. Y prueba de ello es el "batallón deportivo".
El 18 de agosto de 1936 con la guerra ya empezada, los deportistas madrileños a iniciativa de la Federación Nacional de Fútbol formaban un núcleo de fuerzas voluntarias para combatir el fascismo. Esta nueva milicia, que adoptó el nombre del político y presidente del Barcelona F.C. José Suñol, estaba integrada por "cuantos deportistas se mostrasen dispuestos a defender las libertades republicanas".
España quedó dividida en dos y, aunque la República contaba con los principales núcleos urbanos, los golpistas tenían de su lado a la mayor parte del ejército regular, entre los que estaban las tropas con mayor experiencia en combate. Para compensar esa ventaja militar del bando insurrecto, el Gobierno de la República se vio forzado a la creación de un ejercito popular basado en la milicia. Reclutando y adiestrando a la población civil para engrosar sus filas.
Y así nació el Batallón deportivo, una suerte de facción del Frente Popular formada exclusivamente por deportistas.
El acuartelamiento de Chamartín
Alguien del mundo del fútbol con un papel relevante en el conflicto fue Tomás Balaguer García, árbitro de Primera División y ex combatiente de la guerra de Marruecos. Junto a un grupo de milicianos tomó la sede de la Federación Castellana de fútbol, ubicada en la calle Claudio Coello y convertida de facto en Federación Española de Fútbol. Ocupada por milicianos la Federación Castellana de Fútbol, la Española decidió ceder sus poderes y con los fondos que existían se decidió la formación del Batallón Deportivo, en el que además de futbolistas había boxeadores, atletas, árbitros… La sede del Madrid F.C., en el Paseo de Recoletos, se convirtió en la sede del Batallón. Las instalaciones del Madrid en Chamartín pasaron de ser el campo de entrenamiento del equipo blanco, que en junio se había proclamado campeón de Copa en Valencia contra el Barcelona, a terreno de instrucción para las milicias deportivas.
Con el objetivo de conformar el denominado Batallón Deportivo, el 28 de agosto de 1936 aparece en varios periódicos de Madrid la siguiente nota:
"Los deportistas madrileños, por iniciativa de la Federación Española de Fútbol, se ocupan estos días de la formación de un núcleo de fuerzas voluntarias que llevará el nombre del malogrado Josep Sunyol, presidente que fue del Barcelona C. F. En esta nueva fuerza pueden inscribirse cuantos deportistas se muestren dispuestos a defender las libertades republicanas. La salida de la columna para el frente se verificará el día 7 de septiembre. El día anterior se verificará un festival en el campo del Madrid, en el que luego de un partido que jugarán los primeros equipos del Madrid y del Valencia será entregado a los milicianos del deporte un banderín. La recaudación que se obtenga en el partido a que nos referimos será destinada a los Hermanos de Sangre".
El 30 de agosto se conformó este batallón del que formaron parte numerosos futbolistas.
El cuartel de esta nueva milicia se estableció en la planta baja del Madrid C.F., y el día anterior a su partida hacia el frente se celebró un partido entre los equipos del Madrid y el Valencia, además de un festival cuya recaudación se destinó a los hospitales de sangre, tan importantes en periodos de guerra.
En Cataluña, las Milicias acogieron a hombres tan destacados en el boxeo como Micó, campeón de España. En Valencia, otro campeón, Martínez de Alfara, se incorporó inmediatamente después de surgida la sublevación a las Milicias que de aquella región partieron para combatir en distintos puntos de España. En Vizcaya, en Cantabria, en Guipúzcoa, en todas partes, los deportistas colaboraron en la labor de defensa de la República.
Los uniformes del Batallón Deportivo lucían insignias bordadas con los colores con los que la selección española había jugado sus partidos hasta el inicio de la guerra. Clave fue su participación en las batallas de Navalcarnero y Usera.
Tras la derrota del bando republicano el régimen franquista se encargó de ejercer una terrible represión contra todos aquellos futbolistas que habían defendido o apoyado la República. Ejemplos notorios de este final fueron los presidentes de varios equipos de fútbol que sufrieron torturas, cárcel y posteriormente el exilio o incluso la muerte. Entre ellos se encontraban el entonces presidente del Barcelona F.C. Josep Sunyol i Garriga que cayó en la sierra de Guadarrama, o Rafael Sánchez-Guerra Sáinz, presidente del Madrid C.F. y miembro de la Junta de Defensa de Madrid que fue encarcelado y finalmente exiliado.
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