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Barajas

Cara a cara: ¿Ha hecho España el mayor ridículo del Mundial?

Cara a cara: ¿Ha hecho España el mayor ridículo del Mundial?
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Aún tengo pesadillas con la Selección; por Pipi Estrada

Fíjate, amigo Alfredo, si España ha hecho el mayor ridículo de este Mundial, que todavía sigo teniendo pesadillas todas las noches con los cinco goles que nos metió Holanda en el primer partido del campeonato y los dos que nos clavó Chile en el segundo, mandándonos ya para España de vuelta. Y también por la forma en que se produjeron las dos derrotas. Y porque no nos dieron opciones en el tercer partido. No me vale el pañito caliente de que éstos son los mismos que nos dieron lo mejor hace cuatro años. Esto, mi generoso Alfredito, es la dura realidad. Te recuerdo que nos volvimos a casa los primeros. Y que no nos dio tiempo ni a ver los carteles del Mundial ni a deshacer las maletas. ¿Te parece poca humillación que nos dejaran desnudos ante el mundo, sin alma, orgullo ni corazón? Anda, vete al cine a ver una película de Paco Martínez Soria, de esas que tanto te gustan a ti. Y no me cuentes cuentos.

w ¿Brasil? Llegó a semifinales

Te escudas en Brasil cuando ellos han llegado a semifinales y nosotros hemos caído en el segundo partido. Qué oportunista eres, Alfredo. A Brasil por lo menos le dio tiempo a bailar y a llorar. A nosotros sólo nos alcanzó para meter la cabeza bajo tierra, como el avestruz. Sin pena ni gloria. Te recuerdo que vives en el mismo país que yo y que has visto las caras y el cabreo de los aficionados igual que yo. Y has leído la prensa internacional, que se ha reído de nosotros hasta la saciedad.

w Un vestuario de enemigos

Me agotas, Alfredito. Los brasileños dejaron herido el corazón de su gente. No pudieron hacer más, pero terminaron llorando juntos. Unidos en las declaraciones y pidiendo perdón a todo el país. Los nuestros, en cambio, huyeron de la afición a su llegada al aeropuerto de Barajas. Igual que delincuentes. Como un vestuario dividido que, al final, pareció un grupo de enemigos que se fueron de viaje juntos a jugar un Mundial.

Hacerlo peor que Brasil es imposible; Alfredo Duro

No cuela, Pipi. Este país llamado España, que ayer hizo entrega en Maracaná de la Copa del Mundo ganada hace cuatro años en Johannesburgo, no puede ser menospreciado hasta el extremo de utilizar términos como el de ridículo. El equipo que ha ganado todo en seis años está al margen de esa carrera que, desde la goleada ante Holanda, se ha desatado en determinados sectores. Y con una crueldad que debería avergonzarnos. Con un ensañamiento desproporcionado si tenemos en cuenta lo que este equipo nos ha entregado. Hablar de ridículo de España es faltar a la memoria y al buen juicio. Y es faltarle a Brasil, el ridículo con mayúsculas.

w Para ridículo, Brasil

Sí, Pichón. Si quieres hablar de ridículo tienes que atender a la verdadera dimensión del término. Y con el papelón con el que Brasil ha bajado el telón a «su» Mundial, no hay clasificación que valga. Lo suyo sí que no admite discusión. Porque Brasil, a diferencia de nuestra selección, ha contado con un país y una organización que no han reparado en nada para ver a la «canarinha» levantar el hexacampeonato. Aquí, por el contrario, nos hemos vuelto a enredar en ese estado guerracivilista con el que tanto disfrutan algunos. Del Bosque, Costa, Casillas, Xavi, Carvajal... Cualquier nombre es excusa para despertar viejos fantasmas y hacer de nuestra segunda estrella en Brasil un sueño imposible.

w Fieles a una idea

Y así seguís. Empeñados en azuzar la bandera del ridículo y del fracaso. Queréis que corra la sangre. La del seleccionador y la de buena parte de los jugadores que nos dieron la gloria. Como si no hubiera pasado nada anteriormente. Pero pasó, y hasta es posible que vuelva a pasar. Porque ni yo ni ellos ni nadie oculta que España nos ha fallado. Pero lo ha hecho intentando ser fiel a sus principios. Con su idea de fútbol y con aquello que tantas veces echamos en falta: estilo. Nuestro estilo, Pipi. Nuestra idea. Nuestro modelo de jugones. En eso creemos. No como los brasileños, sin estilo y sin convicciones. Ellos sí que han hecho el ridículo.