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Real Madrid

Casemiro, el héroe inesperado

Casemiro celebra su gol
Casemiro celebra su gollarazon

Llegó sin hacer ruido, como por casualidad. Como si en su ficha laboral figurara un intrascendente «de profesión, suplente». Pero se fue haciendo hueco poco a poco, por descarte. Porque Zidane no encontraba a nadie que tapara el agujero en el centro del campo después de aquella derrota en el Bernabéu contra el Atlético de Madrid. Casemiro se hizo fuerte y ha ido creciendo como mediocentro. Y a su alrededor, ha crecido el equipo, que sabe que siempre tiene un hombro en el que apoyarse. Su aspecto físico, esos mofletes de trompetista, hizo que algunos lo confundieran con un futbolista descuidado físicamente. Pero ese cuerpo escondía a un internacional brasileño que se atrevió a fichar por el Castilla para lanzar su carrera en Europa.

«No es que vaya a jugar en el B, sino que va a hacer una adaptación necesaria en el B para después ir al primer equipo, porque Casemiro no es un jugador para un filial», decía su representante en aquel momento. Es cierto que no atravesaba su mejor momento en el São Paulo y que no estaba tan en forma como lo necesitaba su equipo. Pero tuvo paciencia y aprendió a hacerse necesario.

Su aportación ya fue decisiva en la semifinal contra el Dortmund camino de la Décima. Jugo 17 minutos, vio una tarjeta y equilibró el equipo lo justo para que no recibiera más goles y el Madrid llegara hasta Lisboa para derrotar al Atlético. Quizá no es casualidad que el único año que el Real Madrid no ha alcanzado la final de la Champions desde que llegó, fue el que estuvo cedido en el Oporto. Fue la Juve la que eliminó al Real Madrid en semifinales y Allegri, su entrenador, encuentra rápidamente la diferencia entre el Real Madrid al que apartó de la final y el de ayer. «No es el jugador mejor dotado técnicamente del Real Madrid, pero su concurso es básico, fundamental porque da ese equilibrio que ningún otro jugador puede dar. Desde que Casemiro es titular el Madrid ha cambiado mucho», asegura el preparador italiano.

El gol que marcó ayer, en un disparo lejano que rebotó en Khedira y se alejó de Buffon, resume su importancia en el equipo. No se trataba de precisión, ni de potencia. Era sólo una cuestión de fe, de intentar el disparo desde una posición muy lejana desde la que muchos no se hubieran atrevido. Pero él ya lo había hecho en los octavos de final contra el Nápoles. También con ayuda, pero con la misma fe. «Le he pegado bien, pero valen todos los goles. Todos son importantes», decía después del encuentro. «Sabía que el balón venía muy bien para pegarle de primera y fue muy buen gol», explicaba.

Ésta ha sido la temporada más goleadora para el brasileño desde que llegó al Real Madrid. Seis goles ha marcado en todas las competiciones. Sólo con el São Paulo había igualado esa marca. Ni siquiera en el Oporto, donde no estaba rodeado de tantas estrellas como en Madrid y parecía más liberado, tuvo tanto acierto ante la portería. Pero su labor fundamental es proteger a sus defensas y que el equipo no corra riesgos. Los números de ayer dicen que sabe elegir los momentos. Sus favoritos para recibir los pases eran Carvajal (9), Varane y Sergio Ramos (8). Pero también sabe mirar hacia delante. Isco también recibió ocho pases del brasileño. Siete, Modric y seis, Kroos. Casemiro es el eje que da equilibrio al equipo, la bisagra que le permite plegarse para defender o abrirse para atacar.

«Me acuerdo de la gente más cercana, de la familia y de la afición, que siempre está apoyando y este título es para ellos también», afirmaba tras el encuentro. «Sabíamos que ellos tienen buenos jugadores. Hemos sufrido los diez primeros minutos, pero la segunda parte fue perfecta», reconocía feliz tras su tercera Champions.