Identidad sexual
El "caso Semenya" español que enfureció a Franco
El Tribunal Europeo daba ayer la razón a la corredora sudafricana pero el debate entre identidad sexual y deportes no es algo nuevo. El caso de María Torremadé llevó a Franco prohibir el atletismo femenino por "masculinizante"
Testosterona, identidad sexual o incorporación de transexuales a las categorías femeninas forman parte de una batalla en el deporte que ya dura años y que parece no encontrar una salida. Ayer se conocía la primera victoria judicial para la atleta sudafricana Caster Semenya. Tras cinco años luchando en tribunales para no someterse a un tratamiento hormonal impuesto por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF en su momento, ahora WA), el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH. o Tribunal de Estrasburgo) fallaba ayer a favor de Semenya.
La WA le prohibió a Semenya participar en competiciones de entre 800 y 1500 metros a no ser que se sometiese a un tratamiento hormonal. Estrasburgo ha considerado que dicha prohibición fue "discriminatoria por sexo" por ser intersexual y tener los niveles de testosterona elevados. Los tratamientos hormonales que le imponían a la atleta para poder competir podían ser perjudiciales para su salud, uno de los motivos por los que Semenya se negaba a someterse a ellos. Alejada de las pistas para centrarse en su batalla judicial, ha obtenido su primera victoria en los tribunales. Alg que no comparte World Athletics que se apresuró en reafirmar que tratan de "proteger la competencia leal en el deporte femenino".
Otro caso similar es el que vive la capitana de Zambia, Barbra Banda, cuya identidad sexual está bajo sospecha. La polémica llega por el hecho de que la futbolista podrá jugar el Mundial femenino en Australia y Nueva Zelanda, a pesar de ser vetada hace un año de la Copa Africana de Naciones 2022 por un elevado nivel de testosterona y de haber fallado previamente un test para definir su género. El Real Madrid llegó a descartar su fichaje al dudar de si era realmente una mujer.
El caso Semenya español
Sin embargo el debate entre identidad sexual y deporte no es nuevo y España ya tuvo su propio “caso Semenya” a principio de los 40. El caso de María Torremadé, gran figura del deporte femenino en la España de posguerra, llevó a Pilar Primo de Rivera, Delegada Nacional de la Sección Femenina del franquismo, a prohibir la práctica del atletismo para las mujeres durante más de 20 años.
Un atleta revolucionario
Jordi Torremadé Martínez (Barcelona, 9 de enero de 1923 - 2 de noviembre de 1990) fue un atleta que cambió de sexo en 1941 y batió récords de España de atletismo femenino donde no tenía rival en la época. Revolucionó el atletismo español por sus inéditas marcas.
Nacido con el nombre de María, en el barrio del Guinardó, nadie advirtió que tenía un Síndrome de Morris, una condición intersexual, y por eso fue criado como una niña y vivió como mujer hasta los 19 años de edad, momento en el que cambió de género.
María se aficionó pronto a los deportes, practicó con provecho el baloncesto, el hockey sobre hierba y el atletismo. En todos destacó, especialmente en este último. Entre 1940 y 1942 sus marcas fueron espectaculares: en 60 metros hizo 7,710, que era el mejor registro europeo. En esa misma distancia se quedó a cuatro décimas del récord mundial. Fue campeona de España de 100 metros, 200, 800, salto de altura y salto de longitud. Un prodigio. Y todo antes de cumplir los veinte años. Sus éxitos eran tales que llegó a ser recibida por Lluís Companys.
También competía, y solía ganar, en pruebas de fondo, en lanzamientos... Era una máquina total pero con un problema: Era un hombre en un cuerpo de mujer.
Síndrome de Morris
En 1942, a los 19 años María modificó su nombre al Registro Civil por el de Jordi después de una intervención de adecuación genital. Su carrera en el atletismo se truncó y sus marcas desaparecieron de los registros oficiales.
En una entrevista publicada por “Mundo Deportivo” en 1982 afirmaba: “El mío fue un caso clínico con un diagnóstico inicial equivocado. De ahí que, al nacer, se decretase por error mi condición de niña cuando, con una simple corrección de la anomalía congénita, se habría comprobado mi condición de varón”.
Tal anomalía responde al nombre de Síndrome de Morris, también conocido como síndrome de insensibilidad a los andrógenos o feminización testicular, entre otros. Se presenta cuando una persona con cuerpo de mujer posee una genética masculina, es decir, tanto cromosoma X como cromosoma Y, pero tiene unas anomalías que hace que sea incapaz de responder a las hormonas que producen una apariencia masculina (los andrógenos). Como resultado, tiene apariencia física de mujer, pero los caracteres genéticos de un hombre.
Pero la cosa no quedó ahí y su caso tuvo unas consecuencias drásticas para el deporte femenino español. El 13 de febrero de 1942 el diario madrileño Informacionessacó a la luz su cambio de sexo. “María Torremadé, conocida atleta catalana, va a cambiar de condiciones en el Registro Civil, con lo que será desposeída de las marcas y títulos conquistados en distintas pruebas atléticas. La plusmarquista es en realidad un hombre que ha estado compitiendo travestido”, se podía leer en la información. Inmediatamente, sus marcas fueron invalidadas aunque nunca se lo comunicaron oficialmente.
Debido al escándalo que provocó este “cambio de sexo”, Pilar Primo de Rivera, al mando de la Sección Femenina, excluyó de los deportes propios de la mujer el atletismo por considerarse masculinizante y poco femenino, como pasaba con muchas otras disciplinas deportivas. Se alegaba que este tipo de prácticas deportivas masculinizaba a las mujeres alejándolas de su función natural que era la maternidad.
Una circular publicada en 1943 era bastante clara, la mujer española “solo practicaría los deportes que no perjudicaran su función específica: la maternidad”. Tras 20 años vetado, en 1963 debido a las protestas se volvió a permitir el atletismo femenino.
Jordi Torremadé, que tras el cambio de sexo siguió practicando el atletismo y fue campeón de Catalunya en 4x100 m., se casó el 5 agosto de 1952 con Catalina Pons, a pesar de la oposición de su padre que lo desheredó. Después residió en París y en Barcelona, donde falleció el 3 de noviembre de 1990 a causa de un paro cardíaco.
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