Atlético de Madrid
La golfada del balón
Agotados tantas veces los elogios a la fantástica obra de Simeone (que le ha dado la vuelta al Atlético como un calcetín devolviéndole al lugar que por historia le corresponde, y que vuelve a pelearle codo con codo la Liga al Madrid y al Barça), no puede caer en saco roto la otra cara del «cholismo». Si ya en la pretemporada le sobró al técnico rojiblanco aquella patosada de que la Liga «está peligrosamente preparada para el Madrid», frase que inevitablemente queda ya como un borrón gordo al frente del banquillo rojiblanco, lo del sábado ante el Málaga fue un ejercicio feo, antideportivo. Una golfada.
- Censurable
Más allá de que Simeone no fuese el brazo ejecutor de que se lanzara un balón al terreno de juego para cortar el contragolpe del rival, resulta difícil maquillar que eso ocurre porque el recogepelotas que al parecer sí lo hizo estaba aleccionado y tuvo que recibir la orden de alguien con mando en plaza, ¿el propio Cholo? La escena es altamente censurable, hágalo quien lo haga: se lanza un balón al campo con el evidente propósito de frenar un peligroso ataque del Málaga. A falta de la identificación oficial del autor por parte de la justicia deportiva, la reglamentación es clara y prescribe que al entrenador del equipo infractor le caen al menos tres partidos de suspensión. Otro borrón.
- Autocrítica
Conviene un ejercicio de autocrítica del Cholo, y «alrededores», porque con acciones así queda tocada la imagen suya y la del Atlético, cuando todo son loas al trabajo deportivo del entrenador y de sus jugadores. Simeone aceptó las explicaciones de Mateu y reconoció en sala de prensa que la expulsión fue justa reglamento en mano. El Comité de Competición tiene ahora la palabra. Visto para sentencia.
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