Atlético de Madrid

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La soledad de Costa y Griezmann

La soledad de Costa y Griezmann
La soledad de Costa y Griezmannlarazon

Venía el Atlético de haber recuperado personalidad y hasta (¡Aleluya!) un fútbol alegre y ofensivo, con Griezmann en estado de gracia y con Costa abriendo espacios al francés. Siete goles, siete, había metido Antoine en los últimos dos partidos, tres al Sevilla y cuatro al Leganés. Y, además, y no por ello menos importante, el equipo del Cholo ahora marcaba y no se echaba atrás. Se había declarado el estado de legítima felicidad rojiblanca y con una pareja letal. Pero...

Ni un balón. La pareja pasó inadvertida y no fue culpa de ellos, ni juntos ni por separado. Y tampoco habría que achacarlo estrictamente al once titular porque el cuarteto mediocampista que sacó el Cholo fue el de Sevilla (Saúl-Gabi-Thomas-Koke). Pero la diferencia fue radical: dejaron aislados a Costa y a Griezmann en la soledad más absoluta, perdidos arriba, sin que les llegara un balón en condiciones. Orfandad en ataque, nada de nada. Porque el Atlético cedió el balón y el espacio al Barça y se olvidó de atacar, de contragolpear, se olvidó de vivir.

«Robinsones». Fue tremendo ver la cara del aguerrido Costa sin poder perseguir ni a su sombra, o al francés achicando balones atrás porque era la única manera de que los viese o contactase con él. Los dos son letales, cada uno a su manera. Griezmann recibe, combina, abre, se desmarca, llega, dispara y marca. Diego le libera porque se faja, se pelea, se abre a un lado y a otro, atrae a los dos centrales para la llegada de su socios y también golea. Pero ayer nada por aquí, nada por allá. Auténticos «Robinsones Crusoes» en la inmensidad del Camp Nou, ni siquiera cuando el Cholo metió a Correa y a Gameiro porque ya se había perdido la magia. Se había abandonado a su suerte a la pareja. Adiós Liga.