Restringido
«Los culés no saben dónde meterse»
Es el partido más universal. Más de medio mundo es del Madrid, y el resto simpatiza con los culés. En bares de todo el mundo, al otro lado del charco, en islas paradisíacas... nadie se perdió el clásico. Mi whatsapp echaba humo por la devoción que provocó el evento en muchos amigos viajeros. Me lo mostraron a base de «selfies».
«Zizou, entrenador»
Jorge y Pablo, madridista y culé, lo vieron en un chiringuito de la selva portorriqueña. Y compartían una idea: «Zidane vale para esto». Jorge, el «vikingo», lo tiene claro. «¡Toma decisiones! Si le gusta Casemiro, le pone. Si Isco y James le retan, al banquillo». Y a la hora de los cambios, Jorgito, tira de Jesé y Lucas Vázquez. «Tiene personalidad», opina Pablo, culé y gran seguidor de «El Chiringuito». «Al final teniáis razón: Zizou, entrenador».
«Una gozada»
Mi colega Javi, presidente de la peña We Are The Champions, disfrutó como un niño... ¡desde el Camp Nou! «Ha sido una gozada, Nacho. Con el gol de Cristiano se hizo un silencio absoluto. No sabían dónde meterse». No me extraña, llevan años diciendo que no aparece en las grandes citas, le digo. «Que se repasen sus 10 goles en sus últimas 9 visitas a Barcelona», me apunta Javi. Igual les salen hasta úlceras...
«Nos vino genial»
Los atléticos como mi amigo Piero, que vive en Miami, lo vieron con calma. Se puso la camiseta de «su Atleti» y quedó con «vikingos»: «Nos ha venido genial. Les habéis creado dudas. Ahora nos toca». Piero nunca había visto con buenos ojos una victoria merengue. Para todo hay una primera vez.
«Niños merengues»
Julio necesitaba un balneario para seguir el encuentro. «Quería verlo tranquilo, este año el Madrid me ha dado muchos disgustos». Lo vivió en Mondariz (Galicia) con su mujer, Carla, y su hijo recién nacido, Julito, ya enfundado en la camiseta del Madrid. Uli,como le llamamos en confianza, estaba pletórico: «¡Éste es mi Madrid! Hoy es un partido de esos en el que los niños se hacen madridistas».
w «¿Y el Periscope?»
Hemos dado la vuelta al mundo a base de «selfies», pero nos faltaba Madrid. Allí estaba mi amigo Villa, socio blanco, esperando su momento. Tomó su camiseta, se colocó pegado a la tele y besó el escudo mientras se preguntaba: «¿Y el Periscope de Piqué? ¿Dónde está?» Eso digo yo. Gerard, lo seguimos esperando.
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