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¡Malditos mareos!

Antonio Puerta celebra un gol con el Sevilla
Antonio Puerta celebra un gol con el Sevillalarazon

«Los putos mareos “Toba”, otra vez los putos mareos...». Eso es lo que me decías la última vez que bajaste las escaleras de túnel de acceso al vestuario de nuestro Sánchez Pizjuán, momentos después de haberte mareado en aquel fatídico partido de Liga contra el Getafe, e instantes antes de desplomarte nuevamente al llegar a tu taquilla, ya dentro del corazón del templo sevillista.

«Contra el Betis»

Tuvo que ser con la camiseta y el escudo en el pecho que todos los sevillistas amamos. Tal y como me contabas todas las noches después de cenar en mi habitación el día antes de los partidos, fue tu abuelo quien te había trasmitido esta bendita enfermedad que siempre nos unirá, nuestro sevillismo. Me sale una sonrisa al recordar cómo llorabas sin consuelo al saber que al día siguiente en el entonces Ruiz de Lopera no jugarías de titular, y era yo quien debía intentar consolarte y animarte, je, je, precisamente yo explicándote que daba igual jugar contra el Betis. Evidentemente no te convencí, pero tu respuesta aún me retumba... «“Toba”, no quiero jugar todos los partidos, quiero jugar este partido, quiero jugar contra el Betis...».

Le contaré a tu hijo

Esas charlas... Cuento los das y las horas para contárselas yo a Aitor, tu hijo, y explicarle cómo sentía su padre el sevillismo, lo importante que era para ti como lo es para todos los que tenemos esta bendita enfermedad, ir al campo del Betis y dar un puñetazo en la mesa y dejar claro quién mandaba en la ciudad. Pero sobre todo quiero explicarle que tú fuiste el que nos cambió el pulso a los sevillistas con ese gol en la prórroga al Schalke, que tú nos cambiaste la vida. Y también quiero explicarle lo que es el «espíritu de Puerta», ese sentimiento futbolístico que unió por completo a toda la ciudad de Sevilla. Y que por encima de colores todos fuimos y seguimos siendo de Antonio Puerta diez años después y para siempre. Hoy se cumplen esos diez años de aquel maldito día, de aquellos malditos mareos...