Golf
Regreso desde el abismo
Hace casi dos años, Tiger Woods apareció en todos los informativos con el gesto demacrado, casi irreconocible. Le acababan de detener por conducir en estado de somnolencia, incapaz de articular palabras coherentes y con dificultades para andar. El golfista más importante de los últimos cuarenta años yacía en el fondo de un abismo al que cayó por un cóctel explosivo de problemas personales e intervenciones quirúrgicas. «Apenas puedo patear y chipear», llegó a decir Woods no hace mucho tiempo. Y de repente, cuando ya casi nadie le esperaba, Tiger ha regresado del infierno para conquistar su decimoquinto Major y su quinta Chaqueta Verde. Viéndole jugar, Woods parece más fuerte y más confiado, además de mantener la mirada del tigre que le caracterizó cuando era un tirano del golf. Y así, catorce años después de su último triunfo en Augusta y once de su último grande, ha firmado el regreso a la cima más espectacular de la historia.
El ídolo Su torneo ha sido espectacular. Sin ser el mejor Tiger de siempre, ha sabido jugar los hoyos comprometidos con la veteranía de sus 43 años y ha dejado golpes que han vuelto a levantar al público de sus asientos. Sus rivales, la mayoría niños cuando Woods consiguió su primer Masters en 1997, han sucumbido ante el encanto de una leyenda. El Michael Jordan o el Federer del golf, nada menos. Los Molinari, Finau, Koepka... Ninguno ha podido detenerle. El tipo que llegó a ser el deportista mejor pagado del mundo y que se hundió hasta límites desconocidos ha vuelto para quedarse. Por delante sólo tiene los 18 Majors de Jack Nicklaus. Liberado de la presión de volver a ganar, pocos dudan de que Tiger Woods batirá al «Oso Dorado» para ser considerado, de forma unánime, como el mejor golfista de todos los tiempos.
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