Tour de Francia

Ciclismo

Desde Santurce al cielo

Omar Fraile consigue la primera victoria española en el Tour en dos años al resolver una fuga numerosa. El vizcaíno fue remero antes de probar la bicicleta de montaña y pasarse a la carretera

Omar Fraile levanta los brazos como vencedor en Mende
Omar Fraile levanta los brazos como vencedor en Mendelarazon

Omar Fraile consigue la primera victoria española en el Tour en dos años al resolver una fuga numerosa. El vizcaíno fue remero antes de probar la bicicleta de montaña y pasarse a la carretera.

Antes de aprender a volar, como ayer hizo sobre el aeródromo de Mende, Omar Fraile aprendió lo que es tener el frío dentro de los huesos. Omar bogaba. Era remero de la sotera, una de las traineras más míticas de la liga vasca. La de Santurce, como él. Estuvo tres años sacando callos de las manos mientras empujaba el remo por la ría, sintiendo la humedad del cantábrico romper contra su pecho. «La mar sí que era dura», confesaba Omar. Después de eso, supo que podría con todo. Por eso empezó a soñar. Primero, una tarde llegó a casa y les dijo a sus entregados padres que se había cansado de bogar por el mar. Que quería una bicicleta. Una de montaña. No estuvo mucho tiempo encima de ella, pero algo se le quedó de las ruedas gordas. La técnica propia de la MTB, la soltura. De eso Omar tiene mucho, igual que clase. Le sobra a raudales. Y viendo que la bicicleta de montaña no le llevaba muy lejos se pasó a la de carretera. Y entonces supo que quería ser ciclista. Que iba a serlo.

Después de probar la mar, nada es tan duro. Ni siquiera la bici en días de lluvia y frío. Fraile pedalea por el mundo con una sonrisa, esa es su firma. Cuando habla, lo hace rápido. Hay que prestarle mucha atención para que no se te escape nada. Pero siempre con una mueca alegre, da igual el día. Da igual lo que pase. Lo que pasó ayer en Mende le hizo sonreír aún más. Infinito. «Ganar aquí es un sueño, ¡es que es un sueño ya correr el Tour!», dice y abre los ojos como para obligarse a despertar.

Omar no falla. Lo cuentan sus padres. «Desde que se hizo ciclista, un año dijo que quería ganar la subida a Gorla –una de las carreras más importantes del campo amateur– y lo logró. Otro año dijo que en la Vuelta a Palencia quería brillar, y ganó la etapa reina». Donde pone el ojo llega una victoria. Y eso que aún no tiene muchas, seis, pero todas de calidad. Atesora dos maillots de la montaña de la Vuelta a España en casa. En su segundo Giro, el año pasado, se hizo con una etapa y este año ya había ganado en Romandia y en el País Vasco. Allí, cuando le preguntaron cuál era su siguiente sueño no dudó: «Ganar en el Tour una etapa».

Dicho y hecho. Los abanicos del arranque de la jornada no le asustaron y se filtró, ojo avizor, en la fuga grande que iba a marcar la etapa. Los acompañantes no eran hueso fácil. Van Avermaet, Alaphilippe, Gorka Izagirre, Stuyven, Sagan, Amador, Calmejane....Omar tiró de sangre fría, de esa misma que no tuvo Gorka Izagirre y se lanzó demasiado pronto, a 61 kilómetros de la cima de Mende. Slagter y Stuyven fueron a por él. Omar se adosó a la rueda del grupo perseguidor. Agazapado.

Stuyven, un rodador con sueños de Roubaix y Flandes llegó hasta la base del aeródromo sin alas. Y ahí fue cuando Omar supo que era su momento para volar. Arrancó fulgurante y se marchó a por el belga. Por detrás, Alaphilippe le amenazaba. «Sabía que venía muy rápido, pero que si no me echaba mano en los últimos 300 metros, la etapa era mía». Cazador. «Cuando vi el perfil de esta etapa supe que era para mí, pero esto es increíble, es mi victoria más grande, no podía ni soñarla».

¿Y ahora qué, Omar, cuál es tu techo? «Ojalá algún día pueda decir que he ganado la Vuelta». Ahí queda eso.

En el momento de la entrada en meta de Omar Fraile, el pelotón se encontraba a más de 20 minutos.