Ciclismo

Niza

Los canguros conquistan el Tour

El equipo australiano Orica
El equipo australiano Oricalarazon

El equipo australiano Orica ganó hoy la contrarreloj por equipos del Tour de Francia por delante del belga Omega y del británico Sky, por lo que el australiano Simon Gerrans, vencedor de la etapa de ayer se vistió con el maillot amarillo.

Durante el Giro de Italia de 2011, aquel de la machada de Alberto Contador en el Etna y su rabia incontenible con la espada de Damocles de la sanción por su positivo por clembuterol sobre su cabeza, aquel Giro tan fantástico como duro, que sufrió la muerte de Weylandt en carrera, la de Xavi Tondo en Sierra Nevada, Neil Stephens, que es australiano pero saluda siempre con un «aupa» o un «kaixo», pues vive desde hace más de una década en Oiartzun, estuvo descubriendo el ciclismo a varios periodistas invitados, «aussies» como él. Stephens había dejado el Caisse d'Epargne, hoy Movistar, el año anterior para volcarse de lleno con un proyecto que iba a revolucionar el ciclismo australiano y empezó desde la base, la educación y el conocimiento de aquellos que sobre él y su equipo iban a informar. Los montó en su coche, les llevó a las salidas, a las metas. Les hizo respirar el aire de los Dolomitas el día más mítico y legendario, cuando Mikel Nieve cabalgó sobre Gardeccia Val di Fassa.

Así dio comienzo el Orica-Greenedge. El Tour de Francia que ganó Cadel Evans ese mismo año terminó de impulsar a los patrocinadores de la gigante isla oceánica y, junto a Matthew White, consiguieron dar a luz al equipo. Tres meses después de su debut, en el Tour Down Under, en casa, el Orica Greenedge se adjudicaba la contrarreloj por equipos inaugural de la Tirreno-Adriático. Desde entonces, la versatilidad del equipo australiano no ha dejado de sorprender en un equipo formado principalmente por «pisteros», corredores venidos del velódromo, esprinters casi todos, como Matthew Goss, que han ido mudando de piel, como Simon Clarke, vencedor el pasado año en la cima de Valdezcaray de la Vuelta a España y otros como Cameron Meyer, dos veces campeón del mundo de puntuación y otra más de persecución, que alterna su residencia en Girona con largas estancias en las montañas andorranas para hacerse escalador y ser el primer ciclista de su equipo que pueda luchar por la general de una gran vuelta.

El siguiente paso en el crecimiento del Orica se vivió ayer en Niza, en la Promenade des Anglais, el camino de los ingleses, la calle donde finalizaba la crono de 25 kilómetros, llana y sin apenas curvas ni complicaciones que alteraran la calma de los grandes favoritos. Sin diferencias preocupantes, Contador sólo se dejó nueve segundos, Ryder Hesjedal 17, Valverde 20 segundos, Evans 26 y Joaquim Rodríguez, 28. El Paseo de los Ingleses. Eso pensaban todos que iba a ser la crono por equipos para el Sky, el inicio del paseo triunfal de Froome hasta su conquista nocturna de París en este año del centenario. Pero nada de eso sucedió. Brilló el sol y desentonó el maillot negro del Sky por las calles de la preciosa Niza.

A dos segundos se quedó de los 25 minutos y 56 segundos en los que paró el reloj la escuadra australiana, lo que deja a Froome a tres del amarillo que ahora viste Simon Gerrans, ganador en Calvi y líder más que seguro hasta el sábado, cuando el Tour se adentre en los Pirineos, donde Chavanel quería llegar en un baño amarillo de gloria y por eso, cuando su Omega Pharma-Quick Step se levantó del lugar reservado al equipo que mejor tiempo ha hecho en una crono aún no acabada, el francés se quedó allí solo, en una esquina, mientras los Orica ocupaban por 75 centésimas su plaza. Lloraba Chavanel. Los canguros han asaltado Europa.