
Vuelta a España 25
"Nos llaman asesinos". Así vive el equipo Israel la Vuelta desde dentro
"Nadie ha dicho que se quiera ir", decía antes de la etapa de Bilbao el director del equipo, el español Óscar Guerrero
“¿Quieren que pongamos ahí la furgoneta para que no les graben?”. Un furgón de la Ertzaintza escoltaba al autobús del equipo Israel Premie Tech a su llegada al parking de equipos en la explanada de San Mamés antes de la salida de la etapa.
Hace días que desapareció el nombre del país de la rotulación exterior del vehículo, igual que de los coches de equipo y de los auxiliares. También el del patrocinador principal, que queda reducido a una P mayúscula para no dar demasiadas pistas.
La experiencia del día anterior, camino de Larra Belagua, cuando al paso por Lumbier una bandera palestina a punto estuvo de mandar al suelo a un corredor animaba a la prudencia. Al menos, en la organización. Dentro del equipo Israel pueden más el cansancio y el temor a que las protestas políticas se transformen en agresividad hacia ellos. Ya lo vivieron en la contrarreloj por equipos de Figueras, donde un par de manifestantes cortaron el paso al equipo.
“Fue un momento muy, muy peligroso por la situación. Vas a 65 por hora, todos en fila, solo ve el primero, si la reacción nuestra no hubiera sido rápida hubiera habido una caída seguro y hubiera habido algo gordo ahí. Fue el susto más grande. Respetamos todas las protestas, si son pacíficas es lo que nosotros queremos, que sea una protesta pero que no se agreda ni física ni verbalmente al equipo ni a los corredores porque al final ellos no tienen nada que ver con lo que está pasando en Gaza”, cuenta Óscar Guerrero, el director español del Israel.
“Tienen esa sensación de si va a haber alguna persona que va a perder un poco el control y se va a abalanzar contra ellos o va a empujar a alguien y va a provocar una caída. Ese es el miedo, no es el miedo al grito, a la protesta, es más el que haya una persona como pasó en Lumbier a que se meta en el grupo y provoque una caída o cosas así”, explica Guerrero. Aunque gracias a la organización y a las fuerzas del orden siempre se han sentido seguros en carrera. “Nosotros tenemos mucha confianza en la seguridad que tiene la Vuelta. Ahora le toca a la Ertzaintza, que creo que está más que preparada porque ha tenido el Tour de Francia aquí y mil cosas. Sabemos que nos van a proteger y nada más. Tenemos mucha confianza en toda la seguridad que tiene la Vuelta, nos están apoyando muchísimo desde el primer día, todos, guardias civiles, policía nacional, en este caso la Ertzaintza, los policías forales, Policía, los Mossos y no tenemos más que un agradecimiento enorme porque lo están haciendo lo mejor y no podríamos pedir más”, añade.
Pero eso no mitiga las dolorosas sensaciones que viven los protagonistas en carrera. “He estado en Navarra, en mi casa, orgulloso de ser navarro y son mis carreteras, y recibí muchos insultos de la gente que seguramente ni me conoce, y si me conoce pues me duele más todavía”, confiesa Óscar Guerrero. “Nos llaman asesinos, hijos de puta”, añade.
A pesar de todo, “nadie ha dicho de que se quiera ir”, dice Guerrero, “Simplemente hablamos, expresamos los sentimientos, intentamos arroparles, entenderles, nosotros sabemos cómo nos sentimos en los coches, en la bici todavía te sientes más débil y solo queremos que ellos se sientan arropados, comprendidos y apoyarles. Eso es lo que nos queda”, añade antes de la salida de la etapa en Bilbao.
Después de la etapa suspendida, Guerrero solo acertaba a decir "mal" al preguntarle por el estado del equipo. El autobús, con el propietario incluido, el multimillonario Sylvan Adams, se marchaba escoltado por la Ertzaintza camino de Cantabria, donde hará noche. Allí los ertzainas recibirán el relevo de la Guardia Civil para garantizar la seguridad del equipo.
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