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Sangre y vino «Don Simón»

Jesús Manzano cuenta cómo la EPO entraba en Francia escondida en "tetra brik". Hemoglobina canina, homoglobina bovina y hormonas femeninas, entre las "recetas"del doctor Fuentes

Jesús Manzano reconoce haberse sometido a distintas transfusiones de sangre.
Jesús Manzano reconoce haberse sometido a distintas transfusiones de sangre.larazon

Jesús Manzano, una de las partes de la acusación en el juicio oral de la 'Operación Puerto', ha detallado ampliamente el sistema de dopaje en el equipo Kelme.

Madrid- «Había cachondeo en el equipo. Belda decía: ''Unos días van ladrando y otros van mugiendo''». Entre risas, Jesús Manzano relata cómo entre los productos que le recetaba Eufemiano Fuentes estaban el Actovegin (hemoglobina bovina, de ternera joven) y el Oxiglobin (hemoglobina canina). Medicamentos normales para los ciclistas de los primeros años de este siglo. Tan habituales como la EPO: «La tomé desde el año 2001 al 2003. Me la recetaba Eufemiano Fuentes». Y para medir que el nivel de hematocrito fuera el adecuado, cada corredor tenía una centrifugadora en su casa. "Nos la daba el equipo", explica el hombre que descubrió la oscuridad del dopaje en el ciclismo español.

Jesús Manzano apareció en el juzgado como testigo, como acusación particular y como profesor de introducción al dopaje. A veces daba la impresión de que acudía también como imputado, por la presión que ejercieron las defensas de los hermanos Fuentes, de Vicente Belda y de Ignacio Labarta. Pero Manzano, que lleva nueve años denunciando el dopaje en España, no tiene miedo. Responde a todo. Incluso a las acusaciones de consumir cocaína y a la presencia de una «señorita en su habitación», lo que motivó su expulsión del equipo Kelme en 2003. «No importa, voy a contestar», decía, aunque la jueza no hubiera aceptado la pregunta. La señorita «no estaba desnuda cuando entraron Belda y el mánager, Jaime Mas». «Tampoco yo estaba desnudo», añade, aunque la juez no quiera conocer la vida privada del ex ciclista, que acudió acompañado de su esposa. «Las únicas sustancias que he tomado son las que me proporcionaba Eufemiano. Si hubiera tomado cocaína, hubiera dado positivo», relata.

Y entre las sustancias que el doctor Fuentes le proporcionaba estaba el HMG o epitestosterona. Manzano lo explica con la misma naturalidad de siempre: «Es una hormona femenina que se receta a embarazadas. En grandes cantidades me provocaba alergia, pero al médico le daba igual». «Una vez, en el hotel Aida de Torrejón, en la habitación 101 que siempre tenía reservada Eufemiano, se le acabó el HMG. Me mandó a una farmacia de la glorieta de Cuatro Caminos y me dijo que preguntara por Fulgencio o Jesús. Me lo dieron y no tuve que pagar nada. Se encargaba Kelme. La receta estaba a nombre de Yolanda Fuentes», explica.

Su abogado aporta la cartilla de salud de la UCI del año 2003 firmada por Eufemiano Fuentes como médico del equipo para demostrar que, aunque el doctor lo negara en su declaración, había sido «paciente» suyo. En esa cartilla se anotan todos los medicamentos que se recetan a los ciclistas. Mucha cortisona. La utilizaban en la Vuelta 2003 para disminuirle los dolores provocados por una tendinitis en la rodilla. «Pero me pinchaban en el glúteo, no sé si tenía mucha utilidad para la rodilla», afirma.

Manzano nunca tuvo que pagar por los servicios médicos de Eufemiano Fuentes. Sólo una vez, antes del Tour de 2003, pagó 3.000 euros «para la paloma mensajera». «Era Alberto León», explica, «el encargado de meter los productos en Francia porque era peligroso. Podías ir a la cárcel». Los cuidados eran escasos. «Los llevaba en ''briks'' de vino ''Don Simón'' o de zumo», dice. «En España, Eufemiano se movía como Pedro por su casa. Me acuerdo de una vez en el hotel Palacio de los Velada, en Ávila. Apareció con su flamante Porsche y en el asiento del copiloto tenía una nevera que llevaba de todo, hormona del crecimiento, EPO». Ha pasado mucho tiempo y Manzano no recuerda las fechas con exactitud, pero sí todos los detalles. Como las extracciones de sangre que le practicaban Eufemiano Fuentes o Walter Viru. Fuentes, en el laboratorio de Merino Batres, en la calle Zurbano de Madrid. Viru, en su clínica de Valencia. "Metíamos la EPO en un termo con unas piedras de hielo para conservarla, pero Merino me dijo que no hacía falta, que me comprara un estuche como los que usan los diabéticos para la insulina", recuerda. A la EPO le llamaban pelas "porque venía en viales de 2.000 o de 4.000 unidades internacionales". Y ellos decían: "Ponme 4.000 pelas". Como si fuera gasolina. Por algo la primera vez que Vicente Belda le habló de dopaje, en su segundo año de profesional, le dijo que le iban a "trucar el motor".

Fue Walter Viru, el médico del equipo Kelme en 2003, el que le enseñó casi todo lo que sabe sobre el dopaje y sobre los productos que tomaba. "Eufemiano no daba demasiadas explicaciones", dice. Y en ese 2003 fue donde se dio cuenta de que no podía continuar así. "Si no denuncié fue por el cariño que tenía a la gente del equipo y porque si lo hacía, me echaban", confiesa.

Por eso aguantó un desfallecimiento en el Tour de 2003 por culpa del Oxiglobin, la hemoglobina canina. "No se detectaba en los controles, por eso lo ponían los días de carrera". Cayó desplomado en los primeros kilómetros de la etapa y le llevaron al hospital. "El mánager del equipo, Jaime Mas, me dijo que no contara lo que me había pasado o nos meterían en la cárcel a todos", rememora. Manzano regresó a casa y ya no volvió a ser el mismo. Se retiró en la Vuelta a Portugal, como todo el equipo. "Nos fuimos para no dar positivo", dice. Javier Pascual Llorente había dado positivo por EPO en el Tour y todos en el equipo llevaban lo mismo. Yolanda Fuentes era entonces la médico del equipo. Más tarde, en Valencia, Walter Viru le intentó reinfundir una bolsa que debía haber utilizado en el Tour. "Sólo me pusieron 125 o 175 mililitros", afirma. "Empecé a sentirme mal y me pincharon Urbasón. Volvía a Madrid en tren, tenía frío y me echaron mantas encima. El picabilletes hizo que quitaran la refrigeración, pero seguía teniendo frío", cuenta. Era agosto y su estado resultó tan angustioso que el tren no salía si él no se bajaba. "Viru me sacó de allí. Me volvió a pinchar Urbasón y más Urbasón. Me quedé a dormir en Valencia, en un hostal al lado de la clínica". Al día siguiente regresó a Madrid, pero ya sabía que no podía seguir siendo ciclista. Confesó en el diario "As". "Pero no lo hice por dinero, lo hice porque hay que limpiar el ciclismo".

Se busca traductor

Jorg Olaf Schumacher es el perito convocado por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) para explicar los riesgos de las autotransfusiones utilizadas por Eufemiano Fuentes y sus colaboradores. «Las extracciones de un litro son peligrosas por la debilidad que provoca tener un 20 por ciento menos de sangre en el cuerpo», fue una de las pocas cuestiones que pudo explicar. La traducción no era fluida ni precisa. Schumacher hablaba en inglés y se negó a declarar en alemán porque la mayor parte de la terminología médica es inglesa. Ante el enfado del representante de la AMA, su testimonio se aplaza hasta mañana. Con nuevo traductor.