Vuelta a España
Les Praeres no puede con Evenepoel
Nadie aguanta el ritmo del belga en la subida, que aumenta su ventaja antes de la contrarreloj decisiva. Meintjes logra la victoria
Les Praeres era un camino de cabras no hace mucho, una vereda de tierra que daba acceso al terreno donde el ganado pasta y los pastores se refugian. Una ruta salvaje domesticada por la Vuelta en 2018. Se asfaltó y se pulió la subida, pero se mantuvo el desnivel donde los ciclistas se retuercen y bastante tienen con aguantar encima de la bicicleta.
Sólo algunos privilegiados aparentan no sufrir. Como Remco Evenepoel, el líder de la carrera, que marca un ritmo constante y preciso al que casi nadie puede responder.
Nadie, en realidad, porque Meintjes, el ganador, vio reducida casi a la mitad en la meta la ventaja de la que disfrutaba al comienzo del puerto. Pero el sudafricano supo resistir y estabilizar la diferencia en el último kilómetro y medio. Suficiente para ganar la etapa. Él, que está acostumbrado a participar de escapadas sin premio, que vio cómo Pidcock le arrebataba el triunfo en la etapa que terminaba en Alpe d’Huez en el último Tour, por fin conseguía su triunfo en una grande.
«Es una de las subidas más duras que he vivido nunca», confesaba el ganador de la etapa. Una subida a la que Evenepoel se adaptó mejor que nadie. Viajaba con todos sus rivales al comienzo del ascenso, pero cualquier compañía le parece demasiado peso al belga, que prefiere caminar en solitario. «Para mí era clave sobrevivir a este fin de semana y será clave sobrevivir a la contrarreloj después del día de descanso. Son tres días que marqué en rojo. Estoy deseando que llegue la contrarreloj, pero antes de todo quiero que llegue el día de descanso. Voy a disfrutar mucho», asegura el líder de la carrera. «También me comeré un helado esta noche», añadía. El premio por el trabajo bien hecho. Antes de las dos etapas asturianas, el líder aventajaba a Enric Mas en 28 segundos y en 1:01 a Roglic. Ahora le separa un minuto y doce segundos de Mas y 1:53 de Roglic. Una diferencia importante antes de afrontar la contrarreloj del martes.
Evenepoel ha preparado la Vuelta a conciencia después del fracaso en el Giro del año pasado, su primera experiencia en una carrera de tres semanas. Y ha llegado en su mejor momento, imposible de seguir para sus rivales.
«Me he cebado demasiado en intentar seguir a Remco; me habría ido mejor si hubiese regulado un poco más, habría terminado más cerca. Ya lo sé para la próxima», reconocía un sonriente Enric Mas. Imposible seguir el ritmo de nadie cuando las rampas alcanzan el 24 por ciento.
En esos momentos se trata de soportar el sufrimiento, de agarrarse a la bici para no ser derrotado por el desnivel. La carrera se convierte entonces en una pelea entre el asfalto descarnado–que a veces es sólo una capa de cemento y termina en tierra– y el hombre en la que el hombre tiene las de perder.
Algunos privilegiados tienen la sensación de sentirse ganadores. Como los dos jóvenes españoles, Ayuso y Carlos Rodríguez, que han decidido agarrarse con fuerza a la lucha por el podio.
Ayuso llegó un poco por delante después de un acelerón final. Él estuvo desde el comienzo de la subida con los tres favoritos: Evenepoel, Roglic y Mas. Carlos Rodríguez se enganchó después, cuando Evenepoel ya había decidido marcharse en solitario.
«He llegado ciego, he arrancado cuando quedaban 700 metros para tratar de soltar a Carlos y a Enric, pero los metros no pasaban. Parecía que llevaba mucho tiempo desde que he atacado pero no pasaban los metros», reconocía.
Ayuso superó esa sensación de estar atrapado por arenas movedizas. «No conocía esta ascensión, la había visto en la plataforma que tenemos y sabía dónde venían los descansillos pero aun así es más duro que en el ordenador», reconocía.
El ciclista del UAE había decidido ser valiente en la subida a Les Praeres. Y ser valiente tuvo su premio, aunque nadie puede acercarse a Evenepoel.
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