Real Madrid Baloncesto
Cristiano gana el debate
La mayor emoción de los partidos del Madrid se produce antes de que empiece el encuentro, cuando la afición del Bernabéu que ha llegado al estadio se entretiene mostrando quién tiene más apoyos entre los socios: Casillas o Mourinho. El «speaker» del estadio, que está adquiriendo un protagonismo inesperado, pone la misma emoción en todos los nombres y la grada los recibe con alegría rutinaria en espera de la diversión. Se sabe que ésta llega al final.
Sólo cuando se anuncia a Ronaldo se enciende el estadio. Es el jugador que ha unido al madridismo y que despierta a una afición que se distrae con lo que puede, haciendo tiempo hasta la final de Copa. Pero el «speaker» continúa y es entonces cuando llega el espectáculo. El voto. Llega el momento de los suplentes. Casillas, dice el «speaker», alargando la última sílaba: ovación y algunos pitos. Siguen el resto de suplentes, nombres más que llamativos, como Kaká, Di María o Higuaín, pero que no interesan en estos momentos. Llega, por fin, Mourinho: abucheos y algunos aplausos. Aplausos entregados, eso sí, que los que aplauden se ponen de pie, alzan los brazos y se les ve. Mourinho tiene sus seguidores en el estadio, y muchos más en las redes sociales. En el estadio, gana Casillas. «Lo de los pitos es lo de siempre, la afición hace lo que cree, y el cuerpo técnico hace lo que cree para mejorar el rendimiento», dijo Karanka. Sobre Pepe también tuvo que responder: «Me sorprende que le defendáis tanto cuando antes lo matabais. Las convocatorias se hacen por el rendimiento de los jugadores».
Pero cuando empieza el fútbol y, como ocurrió ayer, el Madrid marca pronto, el Bernabéu se olvida de polémicas. El estadio se toma con calma casi todo, menos cuando Ronaldo le enciende la fe. El portugués lesionó a Caballero cuando falló el penalti; el portero argentino intentó dejarse caer al suelo en la siguiente jugada, pero el Madrid sacó rápido, el balón llegó a su área, él cojo, Camacho, que no lo sabía, le cedió el balón y Caballero lo cogió. Cesión, falta que tira Ronaldo. El portugués marcó, se señaló el pecho, después el suelo y el Bernabéu entendió que CR7 se queda aquí. O que él habla en el campo. Y después miró al banquillo: «Cuando mete un gol, mira al banquillo, con otro me hubiera sorprendido. Él siempre lo hace», dijo Karanka. El estadio coreó el nombre de Ronaldo, todos a una, sin un abucheo, sin dudas, sin divisiones.
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