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Cristiano, hoy sí, hoy sí

La Razón
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Cristiano Ronaldo apareció en el túnel de vestuarios del Bernabéu antes de saltar al campo y saludó uno por uno a todos los niños que después salen al césped de la mano de los jugadores. Otros futbolistas miran al frente, respiran profundo, quizá imaginan lo que va a suceder o intentan derrotar al nerviosismo de una noche de Liga de Campeones contra la Juventus. El portugués no lo necesita. Está tranquilo porque confía en él y en lo que es capaz. Era una semana importante y él, consciente de eso, está dando la cara cada minuto de la semana. Si falla ocasiones, como sucedió contra el Málaga, pide perdón después de marcar; si llega la Juventus y el Real Madrid necesita la victoria para seguir con la autoestima alta, sale ante la Prensa primero, después resuelve el partido con dos goles y se deja hasta la sangre en el intento. Fue en una jugada en la que chocó con la publicidad y tuvo que ser atendido en la banda.

Antes, en el minuto cinco, vio que Di María se paseaba con el balón paralelo al área y rompió a la defensa rival con su desmarque. Su amigo le pasó la pelota y Ronaldo marcó. Como el sábado pasado, señaló al suelo, pero esta vez no pidió perdón, sino que con rabia, pareció decir que hoy sí, hoy sí. Con su tanto, cambió el partido y dio al Madrid la tranquilidad que necesitaba. Después llegó el penalti. Tal como los está lanzando ahora, es muy complicado que falle. Contra Willy Caballero fue raso y duro, pegado al palo. Ayer fue alto y fuerte, inalcanzable para la estirada de Buffon. Dos goles, otra victoria. Cristiano Ronaldo está listo, le dijo ayer al Bernabéu. Listo para el Camp Nou.

Es el hombre más importante del equipo. Lo sabe él, lo saben los compañeros y todo el estadio. Si antes, hace años, sus gestos podían molestar, ahora se entienden. Pegado a la banda izquierda la primera parte, de delantero gran parte de la segunda, Ronaldo da instrucciones, mueve los brazos y corrige al resto del equipo. Si Illarramendi le da un balón largo, le pide que se lo dé por dentro. Va a hablar con Bale, para explicarle algunas cosas y dialoga con Arbeloa para arreglar algunos ajustes. Está al gol, pero también al resto del equipo. Es un auténtico capitán. El martes dijo que él quiere ganar la Liga de Campeones y la Liga y la Copa, todo lo que compite, y está dispuesto a contagiar ese espíritu a todo el madridismo.

Si tiene que defender, lo va a hacer. Por su lado, tiene detrás a Marcelo, que en sus arranques ofensivos descuida a veces su espalda. Un par de veces, al ver que Modric tampoco hacía la cobertura al brasileño, Ronaldo tuvo que bajar al área de Casillas. También se le vio por el centro del campo, cerca de la banda derecha, para tocar y hacer superioridad.

Cuando el Real Madrid ha jugado peor que ahora, los goles del futbolista portugués le han permitido seguir en la Liga y ganar tiempo para ajustarse. Y una vez conseguido, el Camp Nou le espera impaciente. Ronaldo insiste en que no va a ser un encuentro determinante porque queda mucho por jugar en el campeonato, pero como todos, sabe que es importante: no tanto por los tres puntos, sino porque el equipo está en un momento alcista y el partido del sábado es el lugar ideal para confirmarlo.

Hace mucho que el portugués perdió el respeto al campo del máximo enemigo. Llegará allí, saludará a la gente, dará la imagen de tipo amable. En realidad es un depredador, que está hambriento y lleva toda la temporada demostrándolo.