¡Cristianoooo, Cristianoooo!

Después de una hora de juego tan gris como las nubes que ocupaban el cielo de la capital, despertó Ronaldo para poner, una vez más, el Bernabéu a sus pies. La posible falta a Moyá y el gol de Sergio Ramos desperezaron a Cristiano, que desplegó todo su repertorio en diez minutos que lo definen perfectamente. Las dudas que despertaba en alguna parte del madridismo están más que olvidadas, porque cada vez hay menos reproches que hacerle más allá de algunas anécdotas relacionadas con su carácter. Futbolísticamente está en el mejor momento de su carrera y como nunca antes se preocupa en ser un poco más completo cada día. En los lanzamientos de falta ha cambiado algo de potencia a cambio de una precisión que a punto estuvo de abrir el marcador a poco del comienzo. Le respondió bien el portero del Getafe, que cuando empezó en vendaval no pudo hacer mucho más que mirar sorprendido. El "hat trick"de "CR7"tuvo goles de todos los colores: el primero con la izquierda, después de un esprint largo que acaba con un último arreón imposible para cualquier defensa. En el segundo, remató de cabeza en el segundo palo con la potencia y la plasticidad de los mejores de la historia en esta especialidad, mientras que para el tercero, demostró que sigue siendo un seguro en los penaltis. Tras el triplete, llegó el cambio y la ovación del público, al que ya sí que siente como suyo y que en cada aplauso le pide que no ponga muchas pegas en la renovación. Le ven como el camino más directo hacia los títulos y la felicidad y ahora sí confían en él para llevar el brazalete.

El día y el partido no era para pasar a la historia, pero como casi siempre, el Ronaldo demostró que él no entiende de perezas y que cualquier hora es buena para sumar.