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El carácter de Nocioni

El carácter de Nocioni
El carácter de Nocionilarazon

«Soy como el trabajador de cualquier fábrica», aseguraba Andrés Nocioni a LA RAZÓN antes de arrancar la Euroliga allá por el mes de octubre. Sí un obrero más, pero con toneladas de carácter para un equipo que lo echó mucho en falta en las dos finales anteriores. En Londres 2013, el Olympiacos de Spanoulis remontó después de ir 17 puntos abajo en el primer cuarto. En Milán, hace un año, el Maccabi se impuso al Madrid en la prórroga. Para evitar otra experiencia traumática, el club hurgó en el mercado en busca de jugadores con tanto o más carácter que calidad. A Nocioni, Ayón Maciulis y Rivers se les fichó para aportar ese otro baloncesto que el argentino encarna mejor que nadie. Él, en el vestuario del BarclayCard Center, justificaba su enorme «Final Four» y su más que merecido premio de Jugador Más Valioso: «Nunca jugué una final de Copa de Europa y por eso lo di todo. No me queda una gota de sudor dentro del cuerpo».

La plantilla del Real Madrid era consciente al final de la pasada temporada que necesitaba algo más que mucho talento para que la cuenta de Copas de Europa fuese más allá de la «Octava». «Nocioni nos ha dado un salto de calidad brutal», afirmó Llull ayer con la red de la canasta colgada del cuello en plena celebración. Al «Chapu» se le fichó para hacer partidos como el de la semifinal y el que repitió en la final ante los griegos. Con los ojos inyectados en sangre, con el cuchillo entre los dientes, dispuesto a dejarse el alma por su equipo, un tipo que ha jugado más de 400 partidos en la NBA ayer se convirtió en MVP con 35 años y medio. Era un novato en la «Final Four» y la abandonó como un héroe. Sus 12 puntos, 7 rebotes, dos tapones y dos asistencias de la estadística cuentan menos que las toneladas de intensidad que pone en la pista. Ante el Fenerbahçe hizo unos números muy similares a los de la final (12 puntos, 6 rebotes y un tapón), pero el factor diferencial es el instinto asesino con el que se mueve desde que entra en la pista. Ante los turcos desquició a medio equipo y su tapón a Goudelock evitó que siguieran creyendo en la remontada. En la final apareció en los únicos momentos en que Olympiacos dominaba y también cambió el signo del partido.

Al «Chapu», un amante de la caza y la pesca en su tiempo libre, le sube la temperatura en los partidos decisivos. Hasta la «Final Four» su mejor actuación había sido en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona. Sus cuatro tapones en aquel partido fueron la catapulta para que el Madrid se rearmara en otro día decisivo.

«Nocioni tiene el corazón más grande que este pabellón», había asegurado Laso antes de la final. Cuando le sentó a falta de poco más de dos minutos, el madridismo era consciente de que había encontrado un nuevo héroe. El demonio que vestía la camiseta del Baskonia accedía a los altares del madridismo. «Chapu» recibió la felicitación del técnico, se abrazó con su compatriota Campazzo, recibió una caricia de Bourousis y el reconocimiento de todos sus compañeros. Cuando recibió el trofeo de MVP sabía que había alcanzado la gloria. Se le fichó para eso y su respuesta ha sido intachable. Su compañero Ayón definió su aportación como nadie: «Quizá los nuevos hemos aportado lo que faltaba porque este equipo tenía mucho talento». Cibeles, como en febrero tras la Copa, ya esperaba al «Chapu».