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El escudo del Alavés

Manu García regresa al Santiago Bernabéu, donde ya eliminó al Real Madrid de la Copa con el Real Unión.

El escudo del Alavés
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Manu García regresa al Santiago Bernabéu, donde ya eliminó al Real Madrid de la Copa con el Real Unión.

En su quinta temporada en el Alavés, la primera en la máxima categoría, Manu García regresa al Bernabéu, donde hace nueve años eliminó con el Real Unión al Madrid, consolidado como uno de los pilares fundamentales del equipo albiazul. «Yo no soy mucho de mirar hacia atrás, a los recuerdos, porque si te centras mucho en ellos, te frenas», dice. Si lo hiciera, vería en el espejo de su alma reflejado el tesón, la entrega, la superación de uno mismo y la fe que se ensalzan en él como el mejor ejemplo de este Alavés que tanto ilusiona. Si mirara hacia atrás vería Manu un camino forjado entre mil dudas, «frustraciones momentáneas gordas» y algunas certezas, «subidones», «que son las que te sirven como motivación para seguir adelante», se le escapa. Cuenta que sabe mejor que nadie de dónde viene. «Sé todo lo que he hecho para llegar hasta aquí. Tengo buenas referencias de lo que debo hacer y de lo que no, pero no, no soy de mirar mucho atrás», admite.

Si echara la vista atrás, Manu vería todo ese periplo desde que llegó al filial de la Real Sociedad. Aunque es vitoriano, el donostiarra fue el equipo que lo formó. Manu empezó a darle patadas a un balón en el patio del Colegio San Viator, convenido con la Real, y así acabó en San Sebastián. «Pero lo dejé a un paso del primer equipo», recuerda. De allí se fue a Girona, «donde me rescindieron el contrato antes de empezar la Liga», y luego a Éibar. Pero de rebote, se va cedido al Real Unión sin saber que allí, en medio de la frontera con Francia y de todas sus dudas, las de un chaval de 21 años que se pregunta mil y una veces si vale para esto «si merece tanto esfuerzo, tanto sacrificio y estar tanto tiempo alejado de la familia, de los amigos», se encuentra en el mágico once titular que la noche del 11 de noviembre de 2008 en el Santiago Bernabéu eliminó al Real Madrid de la Copa. Desde entonces, Manu García no ha pisado el Bernabéu. Hoy volverá a hacerlo, nueve años después y convertido en el buque insignia, el capitán del Alavés, el equipo de moda. «Y seguro que me van a venir recuerdos de aquella noche, de la llegada al campo, los vestuarios... Me ha marcado mucho, a mí y a todos los que estuvimos allí, fue algo increíble. Desde entonces, Berruet se encargaba de cogernos lotería del número con la fecha 11.11.08 pero no nos tocó nunca, ¡toda la lotería nos tocó ese día!», ríe.

Desde entonces Manu ha cambiado mucho. «Soy más maduro en lo personal, y en lo futbolístico me conozco mucho mejor a mí y a mi juego», afirma. «He evolucionado hacia otro tipo de jugador», resume Manu. Ese tiempo, un decenio, es lo que al Alavés le ha costado regresar a la Primera División. Con el equipo albiazul Manu lo ha vivido todo, de la Segunda B en la que lo cogió en la temporada 2012/13 hasta el presente, en la parte media de la tabla, con la salvación asegurada y finalista de la Copa del Rey. A los 31 años es, junto a Marcos Llorente (hoy no juega por contrato), la pareja intocable en el centro del campo de Mauricio Pellegrino.

Porque Manu no es de mirar hacia atrás, pero si lo hiciera, vería las dudas del pasado verano, se vería a sí mismo preguntándose, como quien deshoja los pétalos de una margarita, si valía o no para la Primera División. Y en el primer partido de la temporada, frente al Atlético de Madrid, en el Calderón y saliendo del banquillo –una de las dos veces que no ha sido titular en toda la temporada–, marcó el gol que le dio el empate al Alavés en el minuto 4 del descuento. «No creo en el destino, pero sí en que hay momentos puntuales en que las cosas suceden». La vida se lo devolvió. «Sentí que era una recompensa al trabajo. En el fútbol, cuanto más das, más recibes».

La gran pasión del capitán es la fotografía, que comparte con otros compañeros. «Nos juntamos Einar Galilea, Raúl García y yo. Cada cierto tiempo nos vamos de paseo, sacamos fotos y se las mandamos a Jon Izarra, el fotógrafo del club, que nos hace de crítico. Me sirve para desconectar y me entretiene», afirma. Si fuera fotógrafo, no duda qué instantánea haría de este Alavés: «Con la Copa del Rey». Pero entonces él no saldría en la foto. «¡Me hago un selfie! solventa. «Es la ilusión del alavesismo y no faltarían cámaras para captar esa imagen».