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«El Isma era discreto y normal»

«El Isma era discreto y normal»
«El Isma era discreto y normal»larazon

Uno de los presuntos asesinos de Jimmy es huérfano de madre

Los medios buscan datos de Ismael López Pérez en el barrio de Las Lagunas de Parla. En una de sus calles, la del Lago de Bañolas, fue detenido por su presunta participación en la muerte de Jimmy durante la reyerta de Madrid Río, pero ese chalé del número 6 es su residencia actual y poco más. Su historia, sus raíces, están a poco más de un kilómetro de allí, a unos doce minutos a paso ligero, cruzando las vías del famoso tranvía que tiene al ayuntamiento de Parla endeudado durante las tres próximas generaciones. Cruzando la Avenida Real se accede al barrio en el que todas las calles tienen nombre de provincia o de ciudad española. Muy cerca del edificio de la Escuela Oficial de Idiomas están los orígenes de Ismael López, allí entre las calles Palencia, Salamanca y Valladolid se crió en casa de sus padres y más tarde se compró un piso él mismo, que está asociado a la licencia de taxi, que es su principal medio de vida. En los buzones giratorios del portal se puede leer su nombre completo, aunque él ya no viva allí. «Él tiene esta casa en propiedad, es suya, pero hace un tiempo se mudó al otro lado y el piso se lo tiene alquilado a su hermana y su cuñado», dice una vecina, que se queda de piedra al entender el motivo de las preguntas por este chico del barrio. «¿No me digas que es él a quien han detenido? No me lo puedo creer. Claro que vivía aquí, y por supuesto que tiene un taxi. Yo lo veía como alguien normal, su padre vive dos calles más allá», explica la señora, que detiene su discurso de vez en cuando para ordenar los recuerdos, afinar la memoria y no equivocarse.

Entre los mayores, Ismael era considerado un chico normal, discreto y más o menos formal, aunque si se pregunta a los de su generación (rondando los 30 años) aparecen más datos: «Es muy, muy del Atlético y muy del Frente», aseguran los que han visto cómo él y su pandilla se reunían en un parque cercano, ahora todavía inundado de los restos de basura provocados por la reciente huelga de los encargados de recogida.

Tiene tatuada una buena parte de su cuerpo y poseía un perro de una raza de las consideradas peligrosas, algo muy habitual en los individuos de su perfil. Además de participar en las actividades del Frente Atlético, hay quien le ubica también en algún momento dentro del grupo que se hacía llamar Ultras Parla, los aficionados más impetuosos de la Agrupación Deportiva Parla, el modesto equipo local con épocas doradas en Segunda División B, que ahora no tiene casi de nada, pero sí seguidores más o menos radicales. En torno al equipo de su ciudad se agrupaban jóvenes con ideas de ultraderecha como «El Isma», pero no sólo del Atlético de Madrid, también algunos Ultras Sur, porque los orígenes están por encima del equipo al que animas cuando vas a la capital. Juntos, madridistas y atléticos, odiaban a los «conejos» del Pinto, el vecino con el que hay más rivalidad, y confraternizan con los grupos ultra de su misma orientación política. Los Ultras Parla dejaron de existir como tales, o al menos cambiaron de nombre, aunque antes de hacerlo aseguraban orgullosos querer imitar el modelo «hooligan» inglés en las gradas de los estadios y el italiano en las calles.

Dicen en el barrio que para nada la de Ismael podía considerarse una familia desestructurada. De su padre aseguran que es «un buen hombre», al que «los hijos le han salido de aquella manera». Ismael tiene una hermana, Conchi, que «era muy pequeñita cuando su madre murió de repente», explica otra mujer que acaba de comprar el pan a la vuelta de la esquina. También hay un hermano mayor, «con el pelo muy rizado e hincha del Atlético, pero más tranquilo que Ismael» en escenarios como el de la pelea junto al Vicente Calderón el día del Atlético-Deportivo.