Tenis
¿El mejor Nadal posible?
Rafa alcanza su quinta final en Australia con los mejores números de su carrera. Él todavía ve margen de mejora para ganar su decimoctavo «Grande». Su partido ante Tsitsipas fue una pesadilla para el joven griego
Rafa alcanza su quinta final en Australia con los mejores números de su carrera. Él todavía ve margen de mejora para ganar su decimoctavo «Grande». Su partido ante Tsitsipas fue una pesadilla para el joven griego.
Nadal ha alcanzado su quinta final del Abierto de Australia con una autoridad nunca vista. Con su servicio, golpeando la derecha como siempre, acercándose a la red con una efectividad desconocida, progresando con el revés y empleando menos tiempo que en cualquiera de sus anteriores 24 finales de «Grand Slam», poco más de doce horas. Y físicamente, la base de todo, sin grietas. El griego Stefanos Tsitsipas fue el último ¿obstáculo? Lo barrió por 6-2, 6-4 y 6-0 en una hora y 46 minutos. Rafa no ha cedido un set y ahora espera que Novak Djokovic y el francés Lucas Pouille diriman hoy (09:30, Eurosport) la segunda semifinal con claro favoritismo para el número uno del mundo.
La trayectoria de Nadal obliga a preguntarse si ésta es su mejor versión posible. Él mismo ofrece la respuesta: «No podemos decir que ahora estoy jugando mejor que nunca. No puedo comparar el resto de mi carrera con la actualidad. Jugué bien y estoy haciendo muchas cosas bien, y los resultados dicen que durante mi carrera he hecho muchas cosas muy bien». Y ofrece otra clave: «Tengo que adaptar mi juego a los nuevos tiempos y a mi edad. Eso es todo y es lo que he hecho durante toda mi carrera, intentar adaptar mi tenis a las circunstancias que he atravesado. Ésa es la única razón por la que en este momento estoy compitiendo a un alto nivel».
Es cierto que Rafa ha alcanzado la final sin pelear con ningún «top 10», pero el nivel de su tenis no admite dudas. Las innovaciones en el saque, impulsadas por él mismo, han dado resultado y de qué manera. Sólo ha sufrido dos breaks en el torneo y fueron en el partido ante Duckworth cuando todo estaba ya controlado. La historia se repitió ante Tsitsipas. El griego «disfrutó» de una bola de ruptura con 5-0 en contra en el tercer set. Una anécdota. Las cifras de Rafa con el saque fueron escandalosas. Llegaba a la semifinal habiendo ganado más del 80 por ciento de los puntos con primer saque y el 55 con el segundo. Lo mejoró. Se disparó hasta el 85 y el 71, respectivamente. Imposible contestar a ese nivel de fiabilidad.
El primer set fue un monólogo de Rafa. En el tercer juego aprovechó la primera ocasión de ruptura. Repitió en el séptimo. Dio igual que Tsitsipas probara a cambiar sus zapatillas, tratase de alterar el ritmo... Nadal fue una máquina perfecta. Con el servicio, desde el fondo de la pista, en las aproximaciones a la red (18/22, más de un 80 por ciento de acierto)... Tsitsipas pasó por el vestuario y logró rehacerse en el arranque del segundo set. Fueron 20 minutos de una igualdad aparente. La apisonadora de Nadal se reactivó y empezó a encadenar juegos sin cesar. Se apuntó el segundo set y al griego apenas le quedaban ya gestos de desesperación. Del tenis que le había llevado hasta la semifinal no había ni rastro. Su saque estaba desactivado; el revés a una mano era una invitación para los «winners» de Rafa; la frescura de su juego se quedó en cuartos y el elemento más destacado de la «Netx Gen» –la nueva generación– que tanto impulsa la ATP se rindió. Y Rafa, cosa rara, se reivindicó: «Fui agresivo porque estoy jugando bien, pero no es nada nuevo. El problema conmigo es que como he tenido tanto éxito en tierra la gente cree que no lo soy y creo que esa gente está completamente equivocada. Por supuesto, no hago saque y volea y no golpeo ganadores en cada pelota, pero juego todos mis tiros con un objetivo y puedo hacer un poco más de daño que antes porque en este torneo estoy sirviendo muy bien».
Diez años después de levantar el trofeo en Melbourne, Nadal persigue convertirse en el único jugador de la historia capaz de levantar en al menos dos ocasiones todos los «Grand Slam». Después de aquella victoria en 2009 ante Federer llegaron tres finales más. En 2012, Djokovic se impuso en un partido que rozó las seis horas; en 2014, Wawrinka se aprovechó de sus problemas de espalda y en 2017, Federer se llevó otra final tremenda a cinco sets. El decimoctavo «Grande» le espera.
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