Lo importante es participar

Eladi Vallduví, cinco veces olímpico y un maldito quinto puesto

Doble campeón del mundo de tiro, el tirador catalán estaba en la cima de su carrera en Moscú, en su tercera participación en unos Juegos

Eladi Vallduví
Eladi VallduvíOnda Cero

Eladi Vallduví i Casals, Eladio en las crónicas de la época, cosechó unos de los mejores palmareses del deporte olímpico español, con el mérito añadido de que acumuló sus títulos durante los años más oscuros. Lo que lo ha hecho caer casi en el olvido a pesar de que merecería integrar el elenco de heroicos pioneros que salían a competir, y a ganar, más allá de los Pirineos cuando España era apenas una nota exótica en los grandes eventos internacionales. Por eso, fue uno de los elegidos para portar la bandera olímpica en el estadio de Montjüic durante la inauguración de Barcelona 92 junto a José Luis Doreste, Herminio Menéndez, José Manuel Abascal, Jordi Llopart, Blanca Fernández Ochoa (esquí) y Lolo Ibern.

Esos Juegos de Barcelona deberían haber sido los sextos para el tirador reusense, entonces ya con 42 años cumplidos, pero el seleccionador Jaime Bladas consideró que era demasiado veterano y convocó a otros tres deportistas a pesar de que se había ganado la plaza en el foso. «Dijo que buscaba un relevo generacional porque por criterios deportivos, no podía echarme», comentó recientemente Vallduví, que sigue respirando por aquella herida, en una entrevista al Diari de Tarragona. En Mollet del Vallés, el campo de tiro que considera su casa, habría aspirado a la medalla que se le negó en cinco participaciones anteriores a este doble campeón del mundo (Seúl 78 y Caracas 82) y también oro continental (Turín 73).

Un año antes de revelarse como campeón de Europa, el escopetero catalán debutó como olímpico en Múnich, donde firmó una honorable décima plaza. Cuatro años después, en Montreal, no tuvo su día en las clasificatorias y se fue más allá del vigésimo puesto.

Entre sus dos títulos universales, en Moscú 80, Eladi Vallduví estuvo a punto de ceñirse los laureles olímpicos. Era la tercera vez que acudía a los Juegos, siempre en la modalidad de tiro al plato (el «trap» de los anglosajones), y sus resultados internacionales ya lo postulaban como aspirante a un podio al que no subiría seguro por el boicot de la Administración Carter el vigente campeón, el estadounidense Donald Haldeman. El formato era simple: sobre cada tirador volarían doscientas presas, a ver quién destrozaba más. Intocable, el italiano Luciano Giovannetti rompió 198 y tras él, tres hombres se jugarían a la muerte súbita las otras dos medallas porque quebraron 196. El catalán fue quinto con 195 impactos, a sólo uno del «shoot off» por la plata que se colgó el soviético Rustam Yambulatov. El germanoriental Jörg Damme fue bronce y el checo Josef Hojny, medalla de chocolate.

Antes del agravio de Barcelona, a Vallduví aún le dio tiempo a participar en cinco Juegos Olímpicos –fue el primer español en lograrlo: el también tirador Juan Seguí le empató en 1992–, aunque ni en Los Ángeles ni en Seúl logró meterse entre los diez mejores. Uno de los grandes logros de su extensa y fértil carrera fue el pleno de 200 platos rotos en el Gran Premio de Zaragoza de 1982, un récord mundial al copo de aciertos que pocos tiradores habían logrado hasta entonces.

El Consejo Superior de Deportes reconoció los méritos de su extensa trayectoria en 2004, cuando fue distinguido con la Real Orden del Mérito Deportivo.