Videos

Esquiar a más de 200 kilómetros por hora

Esquiar a más de 200 kilómetros por hora
Esquiar a más de 200 kilómetros por horalarazon

Jan Farrell compite en speed ski, el deporte no motorizado más rápido del mundo. «Piensas poco, no oigo nada y el sentido de la visión está un poco anulado, me atrevería a decir», describe

Cuando a Jan Farrell se le pregunta, en broma, sobre su nivel de cordura, insiste: «Esto no es un deporte de locos». Él practica speed ski, que básicamente consiste en lanzarse montaña abajo sobre unos esquís para intentar alcanzar la máxima velocidad posible; que formalmente es «el deporte no motorizado más rápido del mundo» (se superan con frecuencia los 200 kilómetros por hora, el récord del mundo es 254,9); y que realmente tiene mucho más trabajo por detrás, dentro de su aparente simpleza inicial. Para empezar, el material, comenzando por unos esquís que miden 2,14 metros y pesan unos 15 kilos; y siguiendo por el casco, que sea lo más aerodinámico posible, en el que apenas se puede ver lo que se tiene delante, incluso a veces se empaña. «Y en la prueba de Finlandia, tuve que bajar casi en apnea, porque si respiraba el visor acababa congelado, a -25 grados», explica Farrell; el traje es de un compuesto parecido al látex, que tarda una hora en ponerse y que va acompañado de unos alerones que ayudan a bajar más rápido y que esta temporada ha intentado mejorar para buscar un poco más el límite. «He trabajado con un ingeniero de Madrid y hemos encontrado una forma nueva de alerones que a alta velocidad deberían suponer un cambio significativo», cuenta este esquiador que nació en Inglaterra, con raíces checas por parte de madre y que vive en España, donde está afincado. Luce las tres banderas cuando compite.

Por seguir con la descripción, después de los materiales está el trabajo físico, que es fundamental. «En mi deporte, y puede generalizar a otros deportes, hay todo un mundo por descubrir en la preparación física, y una tecnología que está saliendo, de entrenamiento excéntrico, poleas isoinerciales... Cosas que se inventaron para entrenar en el espacio y que usamos ahora casi a diario», relata Jan. Se trata de pesar mucho, por aquello de la gravedad, pero ser compacto, por la pelea contra el viento, para que no te frene. Junto a su preparador físico, Alejandro Muñoz, ha trabajado este invierno para fortalecer músculos indispensables, porque ligado a todo está la técnica, la posición sobre los esquís, en la que 2 o 3 centímetros de diferencia, más arriba o más abajo, pueden suponer un mundo.

Y, por supuesto, hay que hablar de la mente, decisiva siempre, más en Jan Farrell porque en 2016 sufrió una caída a 216 kilómetros por hora. «Me deslicé durante 350 metros sin poder parar, la sensación era de estar en una sartén con aceite hirviendo. La caída fue ideal y el cuerpo quedó todo en su sitio, sólo con quemaduras de segundo grado, pero a nivel subconsciente se mete ahí algo dentro que me ha costado sacar, si es que lo he sacado, porque vivirá conmigo para siempre», rememora. Tuvo que recurrir a la ayuda del psicólogo deportivo Ricardo de la Vega para superarlo. «He aprendido que el miedo no vas a dejar de tenerlo, pero que si vas al 99 por ciento es más peligroso que si vas al ciento por ciento», explica.

Esto da lugar a un cóctel de emociones que comienzan esta misma semana con las pruebas de Finlandia (13 y 14 de febrero), que se desarrollan en un lugar en medio de la nada; para pasar después a Suecia (8-9 de marzo), donde el desnivel es del 52 por ciento; a Vars, en Francia ( del 21 marzo al 4 de abril), donde Jan Farrell sufrió su caída porque ahí también es donde se busca batir el récord del mundo, la pista más rápida; para finalizar en casa, en Andorra (12-13 abril), donde tiene puestas sus mayores esperanzas de triunfo. El año pasado fue quinto en la Copa del Mundo, su mejor resultado. ¿Y qué se siente al ir a esa velocidad? «Piensas poco, no oigo nada y el sentido de la visión está un poco anulado, me atrevería a decir. La adrenalina empieza cuando freno, que es peligroso. La bajada en sí puede ser fácil, pero parar es complicado, sobre todo si no tienes experiencia, porque te relajas. Hemos calculado que a 230 por hora sufres un golpe de 100 kilos de frente al ponerte recto».