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Golf
Europa aguanta el sofocón y se lleva la Ryder
Pese al gran último día de Estados Unidos, el equipo europeo supo defender su ventaja y repetir triunfo en el torneo 13-15

La Ryder Cup 2025 fue más emocionante de lo esperado. Europa dominó con claridad durante los dos primeros días, viernes y sábado. El marcador parcial de 11,5 a 4,5 a favor del equipo europeo parecía casi definitivo. Pero el domingo, cuando comenzaron los partidos individuales, el viento cambió de dirección. La jornada final fue una montaña rusa emocional, en la que Estados Unidos sacó a relucir su carácter, su garra y su orgullo herido para intentar lo que habría sido una remontada histórica. Por momentos, se temió lo peor en el bando europeo. Sin embargo, el equipo capitaneado por Luke Donald resistió la embestida con uñas y dientes y logró conquistar el trofeo, revalidando el título obtenido en 2023.
13-15, marcador final
Europa es campeona. Lo dice el marcador final: 13-15. Pero más allá del número, lo dice también la forma en la que se sostuvo ante la presión, la manera en que reaccionó cuando los gigantes caían, y el espíritu colectivo que brilló en los momentos de mayor tensión. Esta victoria tiene un sabor especial: no solo por confirmar la hegemonía reciente, nueve victorias en las últimas doce ediciones, sino por lograrlo en suelo enemigo, algo que no sucedía desde el famoso “Milagro de Medinah” en 2012.
Durante los primeros dos días, el equipo europeo fue un vendaval. En los partidos de foursomes y fourballs, los jugadores se mostraron conectados, precisos y muy compenetrados con sus compañeros. La ventaja de siete puntos con la que llegaron al domingo parecía insalvable. Pero el deporte siempre guarda espacio para la incertidumbre, y el equipo estadounidense, que había sido ampliamente superado en las jornadas iniciales, salió el domingo dispuesto a dar la batalla.
La remontada de Estados Unidos comenzó golpeando en lo más alto: Rory McIlroy, Jon Rahm, Tommy Fleetwood y Justin Rose cayeron en sus partidos individuales. La tensión se apoderó del ambiente. En la grada local, renacía la esperanza. En el césped, los estadounidenses mostraban dientes apretados y miradas decididas. De pronto, el marcador se estrechaba: de un abismo de siete puntos se pasó a una diferencia de apenas dos, con un 13,5 a 10,5 que despertó el rugido del público local.
En ese momento crucial, Ludvig Aberg, uno de los nombres más prometedores del golf europeo, dio un respiro vital. Su victoria ante Patrick Cantlay no solo sumó un punto clave, sino que detuvo la sangría. Aberg, sereno, concentrado y valiente, se consolidó como una figura en ascenso dentro del golf mundial. A sus 25 años, asumió una responsabilidad inmensa y no falló.
Shane Lowry, el héroe
Pero si hubo un héroe en esa jornada final, ese fue Shane Lowry. El irlandés no ganó su partido, pero lo empató en el hoyo 18 frente a Russell Henley, logrando medio punto que supo a oro. Ese empate fue celebrado como una victoria personal por el propio Lowry, quien lo vivió como uno de los grandes momentos de su carrera. Y con el punto, Europa retenía la Ryder. En medio de la presión más absoluta, con los nervios a flor de piel y todo el continente mirando, supo mantener la calma, cerrar el partido y asegurar el punto 14 que Europa necesitaba para retener el trofeo.
Tyrrell Hatton también cumplió para confirmar la superioridad europea. Su medio punto frente a Collin Morikawa fue otro ladrillo fundamental en la muralla defensiva que Europa supo levantar ante la arremetida estadounidense. Cada golpe contado, cada putt sentido. Esa fue la tónica de una jornada final que quedará grabada en la memoria de los aficionados.
Europa no solo defendía el título, sino que escribía otro capítulo glorioso en la historia de la Ryder Cup. Un triunfo labrado con inteligencia, trabajo en equipo, coraje y una resistencia emocional admirable. Estados Unidos se fue con la frente en alto, habiendo demostrado que nunca está vencido hasta el último hoyo. Pero la copa cruzará el Atlántico una vez más, hacia las vitrinas europeas.
No hay triunfos fáciles en la Ryder. Cada punto vale un mundo. Cada golpe puede cambiar el rumbo de una edición. Europa lo supo, lo sufrió y lo celebró. Esta Ryder Cup 2025 será recordada por su dramatismo, su intensidad y su final apretado. Pero sobre todo, será recordada porque Europa volvió a ganar donde más cuesta: fuera de casa, con todo en contra, cuando más se necesitaba.
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