Automovilismo
Azerbaiyán, gas, F-1 y la recta más larga del mundial
El trazado del circuito de Bakú es uno de los más bonitos del calendario de la Fórmula Uno
En 2004, el Emirato Árabe de Bárein celebró su primer Gran Premio de Fórmula Uno. Lo hizo después de convencer a Bernie Ecclestone (dueño y creador de la F-1 moderna) a golpe de talonario. Pagaron por llevar la carrera una cantidad muy elevada de dinero a pesar del desconocimiento de casi todo el mundo de la existencia del país. Desde entonces, este pequeño estado y sus petrodólares a darse a conocer en el mundo. La razón era evidente. Las reservas petrolíferas se iban agotando y el planeta ya empezaba a «clamar» por una energía más limpia como la electricidad. El objetivo era entonces atraer turismo e inversión como impulso económico y poco a poco lo están consiguiendo. Luego llegaron otros como Abu Dabi, Catar, Arabia Saudí… Países en los que parecía imposible que la F-1 rodara, pero poner el dinero encima de la mesa es otra cosa en este deporte. Ya sean dictaduras, democracias ficticias, lugares donde se incumplen derechos humanos o que caigan misiles a escasos kilómetros del circuito, como ocurrió este año en Arabia Saudí durante una sesión de entrenamientos libres.
Es el mismo caso del escenario que este fin de semana acoge la F-1: Azerbaiyán. Tras lograr su independencia de Rusia en los 90, este pequeño país de 10 millones de habitantes quiere posicionarse en el mundo a través de un deporte con gran proyección internacional. Su principal fuente económica es el gas natural y el hecho de tener un Gran Premio les ofrece la oportunidad de dar a conocer todas sus posibilidades como país y también turísticas, ya que Bakú ofrece una imagen como ciudad increíble. Además, el circuito recorre sus calles, tanto la zona más moderna repleta de rascacielos, como la parte histórica. Al margen de Mónaco, es uno de los trazados más bonitos del calendario y también de los más rápidos, ya que posee la recta más larga de todo el campeonato.
Poder tener una carrera de F-1 requiere una fuerte inversión. La primera hace referencia al canon que Liberty cobra, que va desde los 18 a los 45 millones por año; la segunda, a la construcción de un circuito con garantías de seguridad y que cumpla todos los requisitos de la FIA, que cada vez son más exigentes; y la tercera, la organización en sí del Gran Premio, que requiere otro gasto. Desde que Ecclestone empezara a admitir nuevos países en la F-1, el dinero ha sido el motivo principal. Eso sí, de momento nada de ir a África, aunque en otra época Suráfrica fuera escenario de una carrera en el mítico circuito de Kyalami.
El pique Jerez-Barcelona
Es como una subasta. Los países pujan y los que más ponen llegan al calendario. En 1990 se produjo una anécdota que afectaba al Gran Premio de España. Bernie Ecclestone convocó en su oficina de Londres a las comitivas del circuito de Jerez, liderada por Pedro Pacheco, el entonces alcalde, y del circuito de Barcelona-Cataluña, dirigida por el también alcalde Pascual Maragall. Ecclestone los reunió con un margen de 30 minutos para que no se encontraran en la puerta y los recibió en despachos diferentes. El dirigente de la F-1 iba y venía de un despacho a otro sin que ambas partes supieran que estaban en una puja y subiera el precio constantemente. Finalmente, la carrera se la llevó Barcelona y desde entonces no ha faltado a su cita.
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