Fútbol
0-2. El Atlético, irreconocible
Sucumbe ante el Rubin Kazán en un partido en el que apenas encontró su filosofía de juego. La reacción de la segunda parte no fue suficiente
¿Qué le pasa al Atlético? La respuesta es compleja, pero la palmaria realidad es que el equipo ha perdido la chispa, la intensidad y el encanto que tenía hace unos meses. La filosofía de Simeone en el planteamiento de los partidos es la misma, pero las fuerzas ya no responden como antes.
¿Qué le pasa al Atlético? La respuesta es compleja, pero la palmaria realidad es que el equipo ha perdido la chispa, la intensidad y el encanto que tenía hace unos meses. La filosofía de Simeone en el planteamiento de los partidos es la misma, pero las fuerzas ya no responden como antes. Se acusa una temporada muy cargada, con una plantilla muy justa y lo que es más preocupante, que su estrella, Falcao, ya no brilla cara al gol con la potencia y la luminosidad de antes.
El Rubin Kazán, un mes de pretemporada, llegó al Calderón con las ideas muy claras. Bloque compacto, con tres españoles en sus filas –César Navas, Marcano y Orbaiz– y un sistema de juego en donde la pelota no se rifa; se juega desde atrás y se busca la velocidad del turco Karadeniz y los desmarques de Rondón , ex jugador del Málaga, para hacer daño. Así llegó su gol a los seis minutos, que supuso un cataclismo para el Atlético. En la jugada no estuvo muy espabilado el meta Asenjo. Las dichosas rotaciones para que Courtois, el titular y el mejor, juegue en la Liga y en la Copa nada más. Tampoco lo estuvo el palentino en la última jugada del partido. Pidió permiso para ir a rematar un córner y vio cómo la pelota llegó a Orbaiz, que corrió en ventaja para marcar y sentenciar el partido y prácticamente la eliminatoria. Fue una jugada que refleja la ansiedad de un equipo que ayer fue víctima de sus propios errores y de su torpeza, aunque quiso arreglarlo, a corazón abierto, en una segunda mitad en la que su reacción no tuvo fruto, pese a que estuvo cerca del gol.
A partir del primer tanto comenzó un partido, más bien una carrera contrarreloj para el Atlético. Sin embargo, como faltó frescura física, no hubo presión cuando no se tenía la pelota y la elaboración del juego sigue siendo la asignatura pendiente; el equipo ruso estuvo muy cómodo. Cerró líneas, combinó con acierto y desactivó cualquier intento del bloque rojiblanco. Muy bien Orbaiz en el centro del campo y sin problemas César Navas y Marcano en defensa. Al Atlético le faltaba de todo, Mario y Tiago no casaban y Cristian Rodríguez le pone al juego demasiada pimienta y le falta pausa. Sólo Arda levantaba la cabeza para enredarse con el balón cuando no veía clara la jugada. Juanfran entraba poco y Adrián parece que ha perdido todo su embrujo. Su uno contra uno es previsible y sus arabescos han dado paso a un juego lento e impreciso.
Y así fue imposible hincarle el diente al Rubin, que se fue al descanso con ventaja y con un jugador menos por la expulsión de su central Sharonov que se antoja bastante rigurosa. Los rusos lo habían hecho todo bien y el Atlético era un equipo irreconocible.
El descanso debió ser tremendo. Simeone buscó con Koke más juego y retiró a Mario. El Atlético fue otro y el Rubin Kazán decidió, al estar en inferioridad, atrincherarse en su campo y defenderse con todos los recursos posibles para procurar que el presumible vendaval rojiblanco no se lo llevase por delante. Porque el equipo cambió el chip, apeló a la raza, a la tensión, al corazón por encima del juego tranquilo. Y con esas virtudes –defectos de precipitación hubo muchos– puso cerco a la portería rusa. Y poco a poco fueron llegando las oportunidades, las ocasiones, las paradas del meta ruso y los ¡uys! de costumbre cuando los remates de Falcao, Adrián o Rodríguez estuvieron cerca del gol. No llegó el empate y la última jugada con el equipo volcado y el tanto de Orbaiz fue fiel reflejo de la ansiedad.