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El Sevilla, líder en el 93

Un gol de Erik Lamela en el descuento, su tercer tanto en dos partidos, pone al frente de la tabla a los de Lopetegui

Los jugadores del Sevilla celebran el gol de la victoria en el Coliseum Alfonso Pérez
Los jugadores del Sevilla celebran el gol de la victoria en el Coliseum Alfonso PérezZipiEFE

Nadie en el Sevilla esconde el propósito de convertirse esta temporada en el cuarto jinete que cabalgue en pos del título de Liga. Y, para empezar, ha confirmado su ambición con seis puntos. Los tres en Getafe, agarrados por los pelos con un gol de Lamela –el tercero en dos medios partidos– en la última jugada del encuentro.

Saldrán los expertos a la violeta, con su monserga «freak» y esa jerga estomagante a calificar la primera mitad como «un partido de gran riqueza táctica». No compren la moto averiada. Lo visto, ¡lo padecido!, en el Coliseum en esos primeros 45 minutos fue un bodrio total. Ningún disparo a puerta y una aproximación peligrosa, poco después de la pausa de hidratación, cuando Koundé no llegó por centímetros a empujar un centro raso de Papu Gómez. El argentino fue uno de los tres mediapuntas con los que Lopetegui respaldó a En-Nesyri de inicio y formó, junto a Suso y Óscar, una línea cuajada de toque, vale, pero carente de velocidad y capacidad de sorpresa. Fue un Sevilla muy previsible el que compareció en el Coliseum.

Creció el Getafe en los minutos previos y posteriores al descanso porque Arambarri ganó la batalla del centro del campo, aunque sus acercamientos no ponían en peligro alguno a Bono. Acaso un zapatazo de Damián desde el pico del área que se marchó alto excitó algo a los espectadores, pero muy poco más, mientras se desgranaban los minutos entre imprecisiones, mucha fricción y alguna brusquedad.

Lopetegui cambió de marcha en los veinticinco, cuando reforzó el ataque con Rafa Mir e Idrissi, que ensayó en su primer balón el primer disparo a puerta del encuentro (min 68). Un minuto después, Soria encadenaba otra parada, ésta de mucho más mérito porque impedía que el martillazo de Diego Carlos con la cabeza acabase en la red. El premio a la audacia llegó en el último minuto del descuento, cuando En-Nesyri y Mir armaron un contragolpe que culminó el murciano con un tiro al palo pero Lamela apareció para barrer el rebote y marcar a puerta vacía. La fortuna recompensó, otra vez, al más valiente.