Fútbol
El Real Madrid golpea mejor que el Barcelona en el Clásico (1-2)
Alaba marcó en la primera parte y Lucas Vázquez al final para resolver un partido igualado. El tanto de Agüero llegó en el descuento
Carlo Ancelotti come chicle, levanta la ceja y desmitifica el fútbol. Koeman dijo que no tenía miedo porque no puede mostrar ni un poquito de vulnerabilidad en un club al borde siempre del incendio como es el Barcelona ahora; Ancelotti, que ya las ha visto todas, habló del miedo como alerta, como método de supervivencia. Por qué no va a tener miedo, a ver.
O por qué no va a poder jugar a la contra para ganar los partidos.
Probablemente si a Koeman le preguntan acerca de si se puede jugar a los espacios del rival, dirá que sí, pero con cuidado. Y aún así, le saltarán al cuello los defensores de la política de la identidad del Barcelona que, en algunos casos, se han convertido en una parodia, en una defensa de lo que tiene defensa. A la contra, porque la identidad del Madrid es mucho más líquida, más vital, más eficaz, marcó los dos goles el Madrid. Dio el primer golpe Alaba, un futbolista que llegó al club blanco para hacer cosas como la que hizo en el Camp Nou: un robo de balón como central, una carrera hacia el ataque como un lateral largo y un remate de delantero. Fue la mejor jugada de un partido que no fue especialmente vistoso. Nadie esperaba la arrancada del central blanco y nadie supo pararlo. Era lo que necesitaba Alaba para confirmar que es el defensa que buscaba desde hace tiempo el club blanco para sustituir a los centrales de toda la vida. Quizá el relevo ha sido más radical y rápido de lo planeado, pero el gol del Camp Nou es una señal de que puede ser bueno.
Fue una contra inteligente por parte del Real Madrid: desde Alaba hasta el pase de Vinicius a Rodrygo, que parecía el más complicado. El balón vino y fue por el lado de Eric García y Mingueza, quizá el más débil de todo el Barcelona. El central no es el mejor atrás, pero es que tampoco estuvo especialmente fino en sacar la pelota, que se supone que es su mejor virtud. Luis Enrique le veía desde la grada. Mingueza, por su parte, no empezó la segunda mitad. Koeman bajó ahí a Dest, para dar entrada a Coutinho.
Cuando estuvo como extremo Dest tuvo la mejor oportunidad de los suyos, en una jugada que empezó por el lado de Ansu Fati y Alba y acabó en el suyo. Su tiro, que era casi un fusilamiento contra Courtois, se marchó muy alto. Fue lo mejor de un Barcelona con balón y soso, sin pegada y con muy pocas ideas. Lo único desequilibrante que tiene en Ansu, pero no tuvo su mejor día y, en su proceso de recuperación total, tampoco terminó el partido. El equipo de Koeman no está para grandes hazañas ni para recorridos largos, al menos por ahora. Le cuesta muchísimo encontrar los espacios y mucho más cambiar el ritmo de los partidos. En la segunda parte tuvo el control del balón y cada pasito echaba más atrás al Real Madrid, pero sus mejores remates llegaron de balones cruzados desde la banda, un recurso que casi siempre revela ausencia de otras cosas. Por eso saltó al campo Luuk de Jong, cuando el partido terminaba y el Barcelona se pegaba contra un muro y su propia ceguera.
El Real Madrid le dio el espacio y la pelota porque vio que era el modo de ganar el partido. Ancelotti apostó por Rodrygo porque tenía el partido del Shakhtar muy presente y quería desequilibrio arriba. Los tres le dan velocidad Pese a eso, como siempre , todo el juego se volcó en Vinicius, que caracoleó mucho e inquietó a una frágil defensa. El brasileño es un demonio, no para quieto, le salgan bien o mal las cosas. Si el balón pasaba por Vini o por Ansu algo se encendía en el césped. Son los jóvenes los que alegran a dos equipos, bastante cautos a lo largo del choque. Pero había una diferencia. Daba la sensación de que Vini estaba mejor acompañado.
El gol de Alaba confirmó la tendencia del choque. La segunda parte, el Madrid casi renunció más al balón, que no a ir al ataque. El tanto a favor le daba los espacios que buscaba, el problema es que a Vinicius le empezó a pesar el cansancio y Dest fue más complicado para él que Mingueza. Tuvo que ser Asensio el que rompiese al Barcelona al final.
La segunda mitad fue un ejercicio de impotencia por parte del ataque azulgrana y un motivo de felicidad para Ancelotti. Sólo al final marcó Agüero. El italiano lleva toda la temporada insistiendo en que lo que tiene que mejorar es el trabajo defensivo y ahí el Madrid cumplió con creces. El Barça buscó hasta la desesperación el lado de Lucas Vázquez, pero el extremo reconvertido en lateral, que empezó con algunas dudas, se fue creciendo según iba ganando batallas y varias veces intentó hacer sitio en el ataque. En la última, marcó el tanto definitivo.
La agonía del tiempo hacía mella en el Barcelona, que iba arrinconando a los blanco. Ancelotti quiso ganar pulmones con Valverde, pero el uruguayo no pudo acaba el partido y cuando éste terminaba dio paso a Carvajal. Mientras Koeman apostaba por Agüero o por Luuk de Jong ante una afición que no llenó el campo y que no sabe si creer en los suyos.
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