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Mundial 2022

El peso de ser Luis Enrique

El seleccionador cargaba con la responsabilidad de la clasificación y con la de superar al que fue su ayudante, Robert Moreno

Luis Enrique. EFE/Raúl Caro
Luis Enrique. EFE/Raúl CaroRaúl CaroEFE

Luis Enrique tuvo que luchar contra su propia herencia cuando volvió a hacerse cargo de la selección. Recibió un equipo que se había clasificado de manera brillante para la Eurocopa de la mano del que había sido su segundo entrenador, Robert Moreno. Y las circunstancias en que se produjo el despido del anterior seleccionador, en el vestuario del Wanda Metropolitano después de golear a Rumanía por 5-0 en el último partido de clasificación para el torneo continental, no ayudaban. El seleccionador no cargaba sólo con la responsabilidad de devolver a España a su época más brillante, demasiado cercana como para olvidarla tan pronto.

Cargaba también Luis Enrique con la obligación de superar al que había sido su ayudante después del traumático despido de Robert Moreno. Y todo eso se acumulaba en la mochila del seleccionador hasta alcanzar un peso difícilmente soportable. «Me he quitado una mochila de cien kilos», confesaba el seleccionador después de lograr la clasificación para el Mundial. «He sentido más presión en esta fase de clasificación para el Mundial que en la Eurocopa y en fase final de la Liga de Naciones porque se suponía que teníamos que conseguirlo por obligación y el fútbol actual no sabe de obligaciones sino de realidades», expresaba el seleccionador después de la victoria ante Suecia.

La Eurocopa era un torneo en el que, probablemente, nadie esperaba demasiado de una selección muy joven y que había perdido ya hace unos años y de forma brusca la costumbre de ganar. Y la Liga de Naciones es un torneo sin historia al que el público no prestó demasiada atención hasta que llegó la fase final y la selección tuvo que enfrentarse a Italia primero y a Francia después con un título en juego.

Pero la clasificación para el Mundial era la primera prueba dura que tenía que afrontar el seleccionador. La primera responsabilidad seria a la que se enfrentaba. Y ha conseguido, junto a sus jugadores, dar la vuelta a todo eso que tan mal había empezado. La clasificación para Qatar ha formado un continuo con la Eurocopa y el partido tenía un aire de «deja vu» que no era fácil de gestionar. Mismo estadio, mismo rival. Pero las condiciones eran completamente diferentes.

En La Cartuja había logrado la selección de Luis Enrique su victoria más grande, la goleada a Alemania en el último partido de la clasificación para la Liga de Naciones. Pero lo hizo ante un estadio vacío por las restricciones provocadas por la pandemia. Y cuando el público regresó lo hizo para mostrar su enfado con el seleccionador y con algunos jugadores –especialmente con Morata– por los malos resultados en la fase de grupos de la Eurocopa.

Los comienzos fueron malos, con dos empates a cero contra Suecia y contra Polonia que hicieron dudar de la clasificación para la siguiente fase. Y en la clasificación para el Mundial se repitió el escenario, con un empate a uno en casa contra Grecia que se agravó con la derrota en Suecia. España no perdía un partido de clasificación para el Mundial desde marzo de 1993. Fue en Dinamarca y pasaron más de 28 años hasta la siguiente derrota contra los suecos, lo que condenaba a España a vivir un partido decisivo en la última jornada contra Suecia igual que el que se había vivido 28 años atrás contra Dinamarca.

Se repitió el resultado (1-0) y también la clasificación. Luis Enrique y la selección consiguieron dar la vuelta a esa mal comienzo, igual que habían hecho en la Eurocopa, donde el enfado por el mal juego y los malos resultados del comienzo dejaron paso a la ilusión generada por la semifinal disputada ante Italia en la que sólo los penaltis la apartaron de la final.

«Estoy orgulloso de mis jugadores, que han dado la vuelta a la situación», reconocía el seleccionador. Aunque en el ambiente la vuelta ya se había dado antes. Cuando se anunciaron las alineaciones el público ovacionó el nombre de Luis Enrique. Y lo mismo hizo cuando entró Morata en el campo. Una sensación que se multiplicó al acabar el partido. Luis Enrique ya se había liberado del peso de ser Luis Enrique.