Opinión

Luis Enrique, España y un baño de masas en Barcelona

La selección es ya un equipo abocado a jugar al ritmo que marque Pedri

Luis Enrique da órdenes durante el amistoso ante Albania
Luis Enrique da órdenes durante el amistoso ante AlbaniaJoan MonfortAgencia AP

Nunca un partido amistoso de la selección había dejado tantas conclusiones positivas como la victoria del sábado frente a Albania en Barcelona. La primera de ellas, y probablemente la más importante, fue la demostración de que hay mucha gente en Cataluña que se siente española y que, como tal, estaba deseando ver a su equipo nacional. Quería ver a un equipo que llevaba inexplicablemente 18 años sin jugar en esa comunidad autónoma. El público catalán estaba entusiasmado con la visita de los de Luis Enrique, abarrotando el campo en un partido que hubiera sido difícil de llenar en otros lugares, coreando el himno nacional, haciendo la ola y hasta cantando a Raphael o Paquito el Chocolatero. Una fiesta que demostró el empeño de algunos políticos en gobernar sólo para una parte y no para todo el conjunto del país como debieran.

En cuanto a lo futbolístico, de todas las cosas que se le deben reconocer a Luis Enrique, que son unas cuantas, hay una que probablemente sea la más complicada de lograr en un partido amistoso y en este tramo de la temporada: sus jugadores salieron al campo con una intensidad propia de una fase final y demostraron que a la selección nadie va a relajarse, independientemente del tipo de partido.

El técnico asturiano supo corregir las carencias que el equipo tuvo en la primera parte con unos cambios que surtieron el efecto esperado y dieron la victoria final a los locales. España es un equipo abocado ya a bailar al ritmo que marque Pedri, un chico que juega con una madurez y presencia impropia de su edad, dejando mucho margen para imaginar e ilusionarse pensando hasta donde podría llegar según vaya madurando como futbolista.

En el debe de la selección, aún queda mejorar la manera de generar más ocasiones y no tener miedo a disparar desde fuera del área. No hace falta combinar hasta entrar con el balón en la portería. Además, hay que mejorar la seguridad defensiva, que se tambalea con demasiada facilidad para lo que exige un Mundial. Será fundamental si se pretende tener las expectativas altas en Qatar. El siguiente capítulo, en Coruña ante Islandia. Y el viernes, el sorteo del Mundial. Qatar está más cerca de lo que parece.